El diario de Noa: capítulo 19º

Por un momento, en plena fiebre adrenalítica causada por la excitación del momento, temí que se atreviera a desabrocharme un poco la camisa, pues jugaba mucho dibujando con su dedo contornos alrededor de cada botón. Me debió pasar por cada botón por lo menos una docena de veces, pero nunca se hubo el menor indicio de querer desabrochar ninguno. Lo que no pudo controlar, desde luego, llevado supongo por el deseo jugar tanto con mi camisa que empezó a tirar de ella.

Yo llevaba la camisa metida por dentro del vaquero y Edu, al igual que un niño pequeño entreteniéndose con un juguete, empezó a tirar de ella hacía fuera. Yo lo noté todo perfectamente, noté con gran inseguridad y expectación cómo la camisa fue desprendiéndose poco a poco del vaquero. Todo ese proceso fue una eternidad, no sé cuánto tardó, pero a mí se me hizo largísimo. Yo solo notaba como se desprendía un poco más, y un poco más, y me preguntaba cómo se podía tardar tanto en sacarla del todo por fuera del vaquero. Una auténtica eternidad. Esa sensación y recuerdo de irla sacando poco a poco hasta que se desprendió del todo del vaquero es algo que jamás he vuelto a experimentar. Una de esas sensaciones únicas e irrepetibles que solo se producen una vez en la vida.

A pesar de estar completamente vestida con el jersey, camisa y vaqueros en esos momentos me sentía como si estuviese completamente desnuda. Fue la primera vez en mi vida que sentí lo que de verdad era el erotismo y cómo puede llegar a perturbarte con algo tan simple y anodino como desprender la camisa del pantalón. Sentía escalofríos, cosquilleos e inseguridad, no había nada de mi cuerpo al aire, pero yo me sentía desnuda, pudorosa y desprotegida. Afortunadamente esta turbadora e incómoda experiencia no iba a durar mucho más.

1 comentario:

  1. Pienso que estan muy cortos, me dejas con ganas de Leer mas!

    ResponderEliminar