La situación desde luego no podía ser más kafkiana (los dos fingiendo que yo estaba dormida) pero ¿acaso no todas las fantasías son inverosímiles, absurdas y kafkianas? Lo cierto es que me daba igual. Y por supuesto a él tampoco le importaba. Era solo un simple e inocente juego que nos satisfacía a ambos y del que disfrutábamos por igual. En determinados momentos Rafa me pareció un poco asustado y temeroso de lo que estaba haciendo, como con miedo de meter la pata, pero eso incluso añadía más morbo a la situación.
Sus caricias se concentraron principalmente en mi pelo, pues aunque me acariciaba la cara siempre volvía a mi pelo, peinándolo con sus dedos y saboreando el momento. Una de los mimos que más me gustó fue cuando dibujó con sus dedos pequeños circulitos por detrás de mis orejas, fueron unos arrumacos repletos de ternura y sensibilidad. ¿Quién iba a decir eso de Rafa? Desde luego los chicos como pueden llegar a sorprender y a diferir tanto su comportamiento ante los demás con lo que luego muestran en la intimidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario