El diario de Noa: capítulo 36º

Él debió notar que había atinado con esa frase tan natural pues noté en su mirada como más seguridad y confianza. Incluso sus movimientos, antes torpes y tímidos, cobraron cierta habilidad y tacto. Empezó a jugar con los botones de mi chaleco, uno por uno, repasó cada uno de ellos varías veces, recorriéndolos en hilera uno tras otro. Finalmente, sin el menor atisbo de duda ni de miedo, se atrevió a desabrochar el primer botón del chaleco. Y antes de que yo pudiera reaccionar ante esa acción, él introdujo su mano por el chaleco y la posicionó justo encima de uno mis pechos. Abrió la mano y acarició el pecho suavemente por encima de la camisa. Fue solo un instante. Un momento de poquísimos segundos. Porque no me dio tiempo a demostrar mi desagrado ante tal acción, ya que antes de que yo reaccionará ya la había retirado, como si me hubiese leído la mente.

No debió intimidarle en exceso mi posible enfado, pues con total tranquilidad y seguridad empezó a desabrochar uno por uno cada botón del chaleco. Cierto que saboreó el momento, pues con cada botón se tiraba jugando unos segundos antes de desabrocharlo. En ese preciso momento pensé en qué paradójico era todo eso, pues ¿quién me iba a decir a mí que ese chaleco que yo me había abrochado unas horas antes iba a estar siendo desabrochado por un chico unas horas después? Y menos aún que dicho chico fuese Rafa. Y es que la vida está llena de sorpresas que te asombran por lo inauditas que parecen al pensarlas.

En ese momento yo no era realmente consciente de la situación, pero si lo pensaba fríamente era un momento decisivo en mi vida, ya que era la primera vez que un chico me desabrochaba del todo algo de mi ropa y yo lo permitía con total impunidad, incluso con condescendencia. Cierto que era un simple chaleco y que tenía la camisa debajo, pero no dejaba de ser toda una aventura a mis 16 años. Una aventura mucho más osada y atrevida que la que había tenido con Edu en las dos ocasiones anteriores. Lo que ocurrió a continuación sí que me fascinó y agrado: Rafa abrió el chaleco de par en par, para ver bien mi camisa. Se puso de pie. Respiró hondo. Y se mantuvo de pie mirándome en la distancia durante muchísimos minutos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario