El diario de Noa: Capítulo 69º

Rafa debió percatarse perfectamente de que estaba totalmente ida, embobaba y en un estado de ensoñación cercano a la hipnosis, pues me dejaba llevar totalmente por mi sensualidad y por el momento tan erótico que estábamos viviendo. Debió pensar que era el momento propicio para avanzar un poco más en la fantasía y aprovechar mi estado de aturdimiento y embobamiento. Por lo que con poca delicadeza me desabrochó un botón de la camisa y acto seguido otro. Yo reaccioné enseguida: “no, no, no te pases, sabes que eso no puede ser, no, no”. Esas palabras no me resultaron convincentes ni a mi misma. Sonaron falsas, débiles y muy apagadas. Traté de decirlo de forma más enérgica: “no, tío, no te pases, sabes que eso no” pero siguieron sin ser contundentes ni convincentes, ni tan siquiera para mí. Quería que la fantasía siguiera siendo light, como siempre, me gustaba que fuese siempre así de light y que nunca sobrepasásemos ciertos límites, pero aquella noche no supe imponerme ¿O es que acaso realmente no quería realmente imponerme?

La sabiduría de Rafa se demostró una vez más, demostrando lo mucho que me conocía y lo que más me apetecía escuchar en ese momento. Me dijo: “tranquila miniña, es solo un instante, solo quiero acariciarte esa camisa de colegiala y verte un poco el escote por esta camisa de colegiala, es que me pone muchísimo verte el escote así con la camisa y la rebeca”. De nuevo esa mezcla de fetichismo y sensualidad acabó por convencerme, siempre que fuese un instante como él me había prometido. El me tocó los pechos así durante unos segundos, me los masajeó y supongo que a través de los botones desabrochados se vería algo de mis tetas, aunque teniendo los ojos vendados no podía saberlo. Pasado esos segundos volví a insistir ya más seriamente: “bueno, ya vale, venga, abróchalos, no te pases, venga”. Viendo que pasaban unos segundos y no los abrochabas me levanté un poco el pañuelo que cubría mis ojos y le miré recriminatoriamente.

Aun estuvo unos segundos más sin hacerlo, finalmente viendo que no le apartaba la mirada se acabó cortando y me los volvió a abrochar. No me gustaba ser tan severa y aguafiestas, pero no quería que la fantasía pasase de ser light, al fin y al cabo solo tenía 17 años y no deseaba que se sobrepasase ningún límite. Rafa volvió a echar una de esas medio sonrisas socarronas que tanto le caracterizaban y eso me tranquilizó. Me volví a colocar yo misma el pañuelo en los ojos y traté de volver a relajarme y de disfrutar el momento. Y poco pude relajarme, pues en un instante se abalanzó sobre mí y empezó a besarme los pechos por encima de la camisa. Empezó, con besos pero enseguida pasaron a ser chupetones y lametones, incluso abría tanto la boca que se podría decir que trataba de comerme las tetas por encima de la camisa. Eso me excitó mucho, sobre todo porque mientras lo hacía colocó sus manos sobre mi cuello y empezó a acariciarlo, incluso a pasar sus dedos por mis labios.

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