El diario de Noa: Capítulo 90º

Como siempre, él diligentemente quedó sin poner ningún pretexto ni excusa (hubiera sido duro para mi ego y mi vanidad que no hubiese querido). Fuimos al bar de siempre y nada más sentarnos le pregunté directamente: “Bueno, ¿cuál es esa nueva fantasía que querías contarme el otro día y que dijistes que me gustaría?”. No le sorprendió nada mi pregunta ni que fuera tan directa. Supongo que ya tenía muy claro que si quedábamos era para hablar de temas de fantasías. Era lógico y normal. Pues desde que empezó mi relación con Rafa meses atrás solo habíamos hablado de un único y exclusivo tema: las fantasías.  Por lo que él con la calma y serenidad que le caracterizaba empezó a narrármela con su típica medio sonrisa ladeada: “Veras, el otro día estuve haciendo limpieza general en mi habitación y concretamente en mi armario. Y encontré una camisa de hace ya dos años que ya no me pongo porque no me queda bien. Pero a ti te quedaría genial esa camisa, debe ser justo de tu talla y te quedará perfecta. Y a mí me da mucho morbo verte vestida con una camisa mía. Eso me da un morbo tremendo”.

Me quedé un poco perpleja, no me esperaba que esa fuese la gran fantasía super especial e interesante que me iba a encantar y fascinar. De hecho me resultó una tontería y pensé que era una fantasía sumamente morbosa y sensual para él pero no para mí. Puede que estuviese agobiada y estresada por el tema de Graciela y Edu, pero eso no era motivo suficiente para llevar a cabo una fantasía que no me motivaba nada y que solo iba a proporcionar placer a él. Por lo que me dispuse a darle negativas y declinar su oferta fantasiosa. No pude hacerlo, pues antes de que abriera la boca él siguiendo narrando el resto de lo que había planificado: “Pero, en vez de que estés en la cama haciéndote la dormida como siempre, quiero que te escapes de mí continuamente. Que huyas de mí. Que te resistas y forcejees porque no quieres que yo te toque ni te haga nada. Que yo te obligue a todo y tú tengas que resistirte todo el rato. Que me lo pongas difícil. Que me vea obligado a forzarte”.

Esta vez sí que me quedé con la boca semiabierta y sin saber qué decir. En un primer momento me pareció una fantasía de un machismo impresionante y no me atrajo nada la idea, solo veía elementos de un machismo brutal y de satisfacer una típica fantasía masculina, sin pensar en mí y cómo me podría satisfacer eso a mí. Abrí la boca para negarme pero de una boca solo salieron estas palabras: “pero ¿todo será en plan light como siempre, verdad?”. Me quede flipada y anonadada de lo que dije, ¿por qué dije eso si lo que quería era negarme y pasar del tema? ¿por qué me salieron esas palabras? ¿por qué le di a entender que estaba de acuerdo con lo que me proponía? En ese momento me di cuenta que apenas me conocía a mi misma y, lo que es peor, que mi subconsciente era mucho más avispado, rápido y decidido a hablar que yo misma. Me desconcerté totalmente a mi misma y tuve ganas de recriminarme por haber dicho eso. Por supuesto Rafa no perdió la oportunidad de responder velozmente a la pregunta: “Sí, sí, claro, en plan light, como siempre, por eso no te preocupes”.

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