El diario de Noa: Capítulo 140º

La cuestión es que me relajó tanto la situación que empecé a disfrutar con las caricias de Rafa, al principio tenues, tímidas y lentas por mi cara para, poco a poco, ir acariciándome los pechos por encima de la camiseta hasta llegar a mis muslos. Como no, como era de esperar, Rafa al mismo tiempo que me acariciaba empezaba a murmurar, susurrar o hablar entre dientes como narrando lo que estaba haciendo. En plan “que preciosa estás con esta camiseta de tirantes negra”, “como me encanta acariciarte con ella”, “que bien te quedan los shorts blancos”, “estás preciosa”, “me pones muchísimo”, “cada día estás más buena”, etcétera. Por supuesto a mí me encantaba escuchar todas esas cosas, claro, y estaba disfrutando las caricias. Solo salí de mi estado de ensoñación y ensimismamiento cuando las caricias se volvieron un poco más bruscas y agresivas en mis muslos. No es que me hiciera daño pero sí que fueron algo violentas. Me acariciaba los muslos con fuera y de repente con mucha vehemencia puso toda su mano en mi entrepierna y empezó a acariciarla con deseo. Yo me sobrecogí y estremecí. No me lo esperaba. Él se debió percatar de mi estremecimiento porque susurró “tranquila, solo quiero acariciarte un poco porque estás buenísima con estos shorts”. No me tranquilizo esas palabras en absoluto, porque al mismo tiempo que lo decía en vez de disminuir el ritmo de sus caricias lo intensificó más todavía.

Y de repente, de forma imprevista, esas fuertes y vehementes caricias en mi entrepierna me nublaron la vista. Me empezaron a proporcionar muchísimo placer y me empezaron a gustarme mucho. Un cosquilleo recorrió todo mi cuerpo y no quise que cesara de tocarme ahí. Tenía como calambrazos y destellos de deseos. Cierto que desde que había hecho el amor con Edu, cinco meses atrás, nunca un chico me había vuelto a tocar así y por tanto era lógico que tras tantos meses me excitara e inquietase tanto. Pero, curiosamente, en esos momentos tan intensos de excitación no pensé en aquella noche con Edu, sino que no podía dejar de pensar en el inmenso y erecto pene de Rafa cuando se lo acarició a sí mismo mientras yo le contemplaba desde unos cuantos metros de distancia. Probablemente habían pasado ya 6 ó 7 meses desde aquel día y es algo en lo que apenas había pensado nunca (salvo la noche que me enrollé con Carlo que también me vino esa imagen a la cabeza). La cuestión es que pensar en el pene de Rafa hizo que me excitase más todavía y noté perfectamente como se me ponían duros los pezones. Casi sin poder remediarlo lancé un pequeño suspiro, tan pequeño que estoy segura de que Rafa ni lo oyó, pero aún así me avergoncé un poco. Me estaba excitando mucho y era algo que ni me había planteado que podía ocurrir. ¿Por qué sería? No sé, supongo que influyó todo un poco: el SMS de Edu, el morbo de dejar poco a poco aparcadas las fantasías light para ser un poco más atrevidos y, sobre todo, la fuerza y vehemencia con la que Rafa no dejaba de masajear mi entrepierna.

A pesar de que disimulé muy bien (en eso soy toda una experta desde siempre) Rafa se dio cuenta que durante un instante le miré su paquete. Lo sé porque sonrió e intensificó más todavía sus fuertes caricias en mi short. Debo reconocer que me hizo vibrar y disfrutar. Me estaba gustando mucho y era un gran acierto haber pasado a este nivel en nuestros encuentros. Cierto que yo era la culpable de que siempre las fantasías hubiesen sido tan light pues no quería que se perdiese el anhelo y el deseo al profundizar más. Pero ahora sí que me gustaba que la cosa fuese a más y es que estaba descubriendo mi sensualidad adolescente con esas caricias tan bruscas. Siempre habría tiempo de volver a las fantasías light y al juego de incitar el deseo sexual, por una vez que nos desmadrásemos no pasaba nada. Además, todo el mundo a los 17 años ya experimentaba con su sexualidad y jugaba con ella. No sé porque tenía que autoconvencerme tanto en este aspecto y no me dejaba simplemente llevar por el momento, pero siempre he tenido tendencia a racionalizarlo todo y a cuestionarme todo. Sea como sea, estaba disfrutando mucho ese masaje en mi entrepierna como muy bien demostraban la dureza de mis pezones.

No hay comentarios:

Publicar un comentario