El diario de Noa: Capítulo 139º

Ambos entramos en el gimnasio. Yo me sentía un poco nerviosa y fuera de lugar, pues aunque me había convencido de que las fantasías light (o al menos tan light) pasarían ya a la historia no tenía muy claros cuáles iban a ser los límites que no se podían sobrepasar. Por otro lado, la mirada de Rafa delataba cierto recelo y desconfianza, como no fiándose mucho de mis intenciones. Al llegar frente a uno de los grandes espejos Rafa me abrazó por detrás y me empezó a comer el cuello mientras apartaba el pelo. Yo me sentí un poco sobrecogida por la rapidez de sus movimientos y reaccioné mal ante tanto ímpetu. Me separé de él. Su cara reflejó una frustración cansada y el resoplido que lanzó dejó muy clarito lo harto que estaba de mi nervioso comportamiento. Sabía que estaba a punto de enfadarse y sabía muy bien que si se enfadaba otra vez ya no habría más encuentros. Por lo que con calma, acerté a decir: “mejor me tumbo en la colchoneta con los ojos cerrados, así es más relajante, como cuando estábamos en el chalet, ¿vale?”. No pareció que mis palabras le animasen dada la desgana y desinterés con el que me respondió con un “bueno”.

Yo me tumbé en la colchoneta y cerré los ojos. Noté como se arrodillaba a mi lado y como colocaba una de sus manos sobre mi cuello, acariciándolo sin interés de forma mecánica e impersonal. De repente mi móvil sonó al llegar un SMS y a ambos nos dio un escalofrió tremendo y un susto impresionante. Me incorporé al tiempo que decía: “perdona, voy a ponerlo en modo silencio, un segundo”. Cogí el móvil y leí a gran velocidad el mensaje. Era, nada más y nada menos, que de Edu. Nuevamente en menos de 24 horas volvía a contactar conmigo y a decir lo mismo: “¿quedamos luego?”. Se me formó una sonrisa en los labios. Por supuesto que no le contesté y con mucho agrado puse el móvil en modo silencio. El hecho de que Edu insistiese nuevamente en quedar era la mayor de las victorias y una nueva oportunidad para darle a entender, nuevamente, que le diesen por saco y que no quería volver a saber nada más de él. Ese SMS llegó justo en el momento que más necesitaba leerlo y consiguió relajarme, alegrarme, hacerme muy feliz y, sobre todo, reactivar más que nunca mis fantasías con Rafa.

Por lo que repleta de ilusión y derrochando felicidad me volví a tumbar en la colchoneta. Lo del SMS me había relajado o, mejor dicho, me había producido tal placer vengativo hacía Edu que quería redondear dicho placer complaciendo por fin a Rafa. Solo pensar que en esos mismos instantes estaba Edu esperando impacientemente a que le respondiera al SMS me dio muchísimo morbo y placer. Es más, no es solo que no le respondiera a ese mensaje, sino que tampoco se lo iba a contestar por la noche como hice el día anterior. Aunque hubiese tenido siete SMSs suyos o siete llamadas perdidas suyas en el móvil no le iba a dar el placer de obtener mi respuesta. No hay mayor indiferencia que la no deferencia y no sentía ninguna necesidad de contactar con él ni en ese momento ni nunca. Estaba por fin liberada de su obsesión y ahora solo quería disfrutar con las caricias de Rafa. Por fin se empezaba a hacer justicia: Rafa se había portado fenomenal siempre conmigo y era justo que lo recompensase de una vez. Que pena realmente que Edu no pudiera verme qué estaba haciendo con Rafa en esos momentos que no le respondía al SMS, eso sí que hubiera dado un morbo y placer brutal.

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