Lo que más recuerdo de aquella inolvidable tarde fue que lo hicimos en la posición del perrito encima de la colchoneta durante muchísimo tiempo y que jadeamos sin parar durante todo ese tiempo. Estaba Rafa tan excitado y concentrado en embestirme que ni siquiera pudo quitarme la camiseta y se centró en poner sus manos en mis caderas para penetrarme una y otra vez. Fue el cenit de la excitación, el deseo y el ardor mutuo entre ambos. Aunque supongo que para él fue también la culminación a tantos y tantos meses de castración, crispación y frustración sexual conmigo. Por fin había llegado su recompensa y la estaba disfrutando en toda su intensidad. Nunca me propuse que llegásemos a tanto y que pasáramos de nuestros encuentros light a un encuentro sexual total, pero estaba claro que ambos lo necesitábamos y que era ya el momento para ello. Y, aunque no estaba contenta del todo porque hubiera ocurrido, no podía negar que estaba disfrutando muchísimo, más de lo que nunca supuse, y que el tener su inmenso pene dentro de mí entrando y saliendo sin parar fue un éxtasis total. Aunque no llegue a correrme, pues justo cuando estaba a punto de llegar, Rafa se salió violenta y vehemente de mí. Eso me desconcertó y frustró muchísimo, aunque solo un par de segundos después comprobé por qué lo hizo: de su pene empezó a brotar semen a borbotones, muchísimo, mucho más que cuando lo hice con Edu, fue semen sin parar que desparramó alrededor de la colchoneta. Acto seguido no sé que pasó pues ambos nos quedamos completamente dormidos encima de la colchoneta.
Cuando desperté más de media hora después solo me sentía como si me hubieran dado una paliza. Me dolía todo el cuerpo y todo el placer sexual que me había proporcionado Rafa también había supuesto una sucesión continua de esfuerzo físico, violencia y agresividad. Rafa dormía como un niño pequeño a mi lado y su inmenso pene ahora era una cosa minúscula y arrugada. Estaba agotada, atolondrada y flipada por todo lo que había pasado. Había disfrutado muchísimo y no me arrepentía pero necesitaba irme a casa para reflexionar, calmarme y asimilar todo lo que había pasado. No acababa de creerme que acababa de hacer por segunda vez el amor en mi vida. Mis 17 años estaban resultando mucho más asombrosos y fascinantes de lo que nunca imagine. De repente pensé en Edu, o concretamente en el SMS sin responder de Edu, y no pude evitar formar una sonrisa maliciosa en mi rostro. Pensé: “caray, que día más completo, por fin mandé a la mierda al niñato de Edu y superé mi obsesión con él y, por otro lado, acabo haciendo el amor de forma visceral y salvaje con Rafa. Un día completo, sin duda”.
Cuando desperté más de media hora después solo me sentía como si me hubieran dado una paliza. Me dolía todo el cuerpo y todo el placer sexual que me había proporcionado Rafa también había supuesto una sucesión continua de esfuerzo físico, violencia y agresividad. Rafa dormía como un niño pequeño a mi lado y su inmenso pene ahora era una cosa minúscula y arrugada. Estaba agotada, atolondrada y flipada por todo lo que había pasado. Había disfrutado muchísimo y no me arrepentía pero necesitaba irme a casa para reflexionar, calmarme y asimilar todo lo que había pasado. No acababa de creerme que acababa de hacer por segunda vez el amor en mi vida. Mis 17 años estaban resultando mucho más asombrosos y fascinantes de lo que nunca imagine. De repente pensé en Edu, o concretamente en el SMS sin responder de Edu, y no pude evitar formar una sonrisa maliciosa en mi rostro. Pensé: “caray, que día más completo, por fin mandé a la mierda al niñato de Edu y superé mi obsesión con él y, por otro lado, acabo haciendo el amor de forma visceral y salvaje con Rafa. Un día completo, sin duda”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario