Mientras me acariciaba de nuevo las tetas a través de la camisa no pude evitar pensar de nuevo lo imprevisible que era la vida y como solo unos horas antes había estado yo poniéndome ese chaleco y esa camisa sin esperar que pasase nada, y solo unas horas después ahí estaba Rafa sobando mis pechos. Habían pasado tantas cosas en tan pocas horas que no me daba tiempo a asimilarlas. Decidí simplemente dejarme llevar por el momento y seguir disfrutando de esta excitación continua que no cesaba.
Estaba totalmente sumida en mis pensamientos cuando Rafa me sacó del trance en el que estaba. Había dicho algo pero no le había escuchado dado mi atolondramiento. Dije: “¿qué has dicho?”, él respondió con serenidad y calma: “que si puedo desabrocharte un botón de la camisa, solo uno, te lo juro”. No me hacía ninguna gracia eso. Tenía muy claro quería que se sobrepasasen ciertos límites y menos aún con Rafa, a pesar de que estaba siendo todo un rato un encanto. ¿Hubiese sido diferente si quien me lo hubiese pedido hubiera sido Edu? Es posible, no sé. Sinceramente no me reconocía en aquella chica que estaba tumbada en la cama jugando a la fantasía de hacerse la dormida. Todo lo que estaba pasando esa noche era como ajeno a mí, y a años luz de mi personalidad habitual.
No hay comentarios:
Publicar un comentario