El diario de Noa: capítulo 47º

La honestidad y franqueza de Rafa me gustó. No esperaba eso de él y que demostrase esa sensibilidad me pareció un acierto. De todos modos no tenía pensado volver a repetirlo nunca. Eso fue un desliz de una noche que no se volvería a repetir. O al menos eso pensaba, porque las siguientes semanas ciertos acontecimientos iban a desencadenar muchos cambios en mí. Aunque esta vez no iba a ser a causa de un chico, sino de una chica: Angélica.

Angélica salía desde hace un tiempo en nuestra pandilla. Nunca me cayó bien. Era una tía gorda, fea y desagradable que además su mayor afición era despotricar contra todos y poner a caldo a la gente a sus espaldas. No recuerdo ni una sola vez que no metiera cizaña y malmetiera a alguien. Además, a pesar de ser repulsiva, siempre demostraba una altivez, dignidad y superioridad que la hacía más repelente. Cierto que se notaba que era inteligente y que sabía manipular y condicionar a la gente, pero a mí (ni a muchas de nosotras) nunca nos engañó y solo la presté atención cuando empezó a entablar una falsa amistad íntima con Edu.

Aunque mi fascinación/obsesión por Edu había mermado muchísimo en las últimas semanas por todo lo ocurrido con Rafa, no dejaba de ser alguien que me seguía importando y mucho. Sentí celos. Me sentí fatal. Y aunque la relación de indiferencia con Edu seguía siendo la misma de siempre no podía evitar que me reventara que Angélica se lo estuviese camelando. Si hubiese sido con cualquier otra chica no me hubiese importado tanto, pero con esta impresentable barriobajera era algo inadmisible. Por supuesto que entre ellos jamás pasaría nada sexual ni sentimental, al fin y al cabo era una chica desagradable para cualquiera, pero que se ganara su amistad y confianza era algo que me hacía hervir la sangre.

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