La honestidad y franqueza de Rafa me gustó. No esperaba eso de él y que demostrase esa sensibilidad me pareció un acierto. De todos modos no tenía pensado volver a repetirlo nunca. Eso fue un desliz de una noche que no se volvería a repetir. O al menos eso pensaba, porque las siguientes semanas ciertos acontecimientos iban a desencadenar muchos cambios en mí. Aunque esta vez no iba a ser a causa de un chico, sino de una chica: Angélica.
Angélica salía desde hace un tiempo en nuestra pandilla. Nunca me cayó bien. Era una tía gorda, fea y desagradable que además su mayor afición era despotricar contra todos y poner a caldo a la gente a sus espaldas. No recuerdo ni una sola vez que no metiera cizaña y malmetiera a alguien. Además, a pesar de ser repulsiva, siempre demostraba una altivez, dignidad y superioridad que la hacía más repelente. Cierto que se notaba que era inteligente y que sabía manipular y condicionar a la gente, pero a mí (ni a muchas de nosotras) nunca nos engañó y solo la presté atención cuando empezó a entablar una falsa amistad íntima con Edu.
No hay comentarios:
Publicar un comentario