El diario de Noa: capítulo 52º

¿Sería que ya no me molestaba tanto el tonteo con Edu y los demás? ¿Se me estaría quitando el influjo y obsesión de Edu sin que yo me hubiese dado cuenta? ¿Influiría mi aventura fantasiosa con Rafa en el hecho de que ya no pensaba tanto en Edu al tener la cabeza en otra parte? Fuese lo que fuese lo cierto es que me alegré. Me puso contenta el saber que este tonteo con Rafa era más importante de lo que pensaba a primera vista. Ahora lo único que me importaba es que me encantaba este juego e iba a seguir jugándolo.

El fin de semana siguiente fue mi cumpleaños. Cumplí los 17 y me sentí muy mayor ya. De hecho lo era. En los últimos tres años había madurado mucho y ya me consideraba una mujer, aunque una parte de mí seguía siendo una niña con obsesiones indignas de mi edad, como la que me unía a Rafa. Ese sábado, al ser mi cumpleaños y la protagonista, no nos pudimos escapar al chalet. Tuvimos que esperar al siguiente. La espera mereció la pena, pues ambos lo cogimos con muchas más ganas y entusiasmo.

De nuevo, en la soledad del chalet nos dispusimos a recrear de nuevo la fantasía. Fue todo prácticamente igual que siempre: me quitó lentamente el pañuelo que llevaba alrededor del cuello, subió el jersey hasta la altura de mis pechos y empezó a jugar con mi camisa. Como siempre murmurando para sí mismo las frases habituales que tanto me gustaban: “umm, que bien te queda este jersey amarillo con esta camisa blanca”, “que guapa estás con estos pantalones negros”, “eres una preciosidad, estás buenísima, me vuelves loco”, etcétera.

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