Esa noche mientras me acariciaba por encima de la camisa me dio por pensar que nunca había tenido yo realmente deseos físicos por un chico. Es decir, nunca tuve la necesidad y el deseo de querer desnudarlo o acariciarlo. Nunca. Es extraño. Disfrutaba tantísimo viendo como me anhelaba y deseaba a mí que no necesitaba nada más. Esa mezcla de fetichismo por mi ropa y por acariciar mi cuerpo era más que suficiente. Y, aunque a veces con sus caricias me excité, esa excitación fue solo un deseo de que él siguiera jugando conmigo sin necesidad de tocarle yo a él.
Esa noche, de repente entre jadeos de deseos murmuró: “joder, me encantan como quedan tus tetas en esta camisa, me vuelven loco” y sin previo aviso me desabrochó un botón. Él ya sabía muy bien que eso sobrepasaba los límites y que no iba a permitírselo, pero antes de que me diera tiempo a replicar empezó a hablar: “que pasada, me encanta, mientras te toco los pechos puedo verlos un poco por el canalillo de tu camisa”. Esa mezcla de inocencia y deseo al decirlo me gustó. Por lo que seguí que siguiente masajeando mis pechos todo el rato que quiso. Excusa decir que acabé excitándome, tanto que mi respiración más de una vez sonó como un jadeo. Finalmente Rafa dijo: “¿puedo quitarte del todo el jersey, por favor?”. Mi respuesta inmediata fue: “¿por qué?” a lo que velozmente respondió: “porque quiero verte solo con la camisa, estás preciosa con esta camisa”. Ese anhelo fetichista siempre me encandiló, por lo que no me puede negar a que me quitará el jersey.
El proceso de quitarme el jersey fue como todo un ritual, como lo saboreó y disfrutó. Me lo quitó muy lentamente al mismo tiempo que no paraba de decir: “estas preciosa con este jersey amarillo pero ni punto de comparación con lo guapa que estás con esta camisa blanca”. Fue muy excitante A mí me encantó cómo lo hizo, tanto que me dieron ganas de que me lo volviera a poner para así podérmelo quitar otra vez. Rafa estaba disfrutando más que nunca, yo lo percibí en sus ojos, la mirada de deseo brutal que tenía me encantaba. Pero sobre todo me gustaba que a pesar de tener tanto deseo y líbido acumulada debía seguir manteniendo el control porque la fantasía debía seguir siendo en plan light. Me encantaba el poder controlar así sus ansias y deseos, y tenerlo sometido en cierta manera. Era todo esto un juego muy excitante y sensual, psicológicamente hablando.
No hay comentarios:
Publicar un comentario