Estaba sumida en mis pensamientos cuando fui a decir algo y Rafa me lo impidió poniendo su dedo índice sobre mis labios. Sigilosamente se acercó a mi oído y dijo: “tranquila, déjate llevar, no digas nada”. Acto seguido cogió mi pañuelo que había colocado en la silla de al lado y lo estiró. Yo desconcertada seguía con mi mirada sus actos paso a paso, en silencio, expectante. Cogió el pañuelo y lo puso sobre mis ojos y rápidamente lo anudó por detrás de mi cabello. Mi expectación hizo que no dijera nada, aunque en realidad tenía muchas cosas que decir. Recordé como en nuestra anterior visita al chalet bromeó con el tema de vendarme para así hacer más interesante la fantasía. Ahora podía cerciorarme de que no se trataba de ninguna broma.
El estar vendada me hizo aglutinar en mi interior toda una serie de sensaciones abrumadoras: desconcierto, miedo, inseguridad, escalofríos, expectación, desamparo y, sobre todo, mucha confusión ante esta nueva situación. Solo por el hecho de estar vendada la fantasía parecía radicalmente distinta. La sensualidad y fascinación de la situación subió muchos enteros y yo me quedé tan perpleja que no repliqué nada a Rafa. ¿Me gustaba aquello? Pues sí, vaya que sí me gustaba, aunque nunca lo hubiera llegado a imaginar, pero la oscuridad de mis ojos otorgó mucho más encanto, curiosidad e interés a todo lo que estaba sucediendo.
Rafa no se hizo esperar y nada más vendarme siguió acariciándome los pechos por encima de la camisa. Las caricias eran como siempre, pero la situación era distinta, por lo que sentí mucha zozobra y escalofríos al hacerlo. De hecho al principio no me gustó y hasta me plantee quitarme el pañuelo de los ojos, pero, poco a poco, fue relajándome esta condición de ceguera y me adapté. Es curioso como funciona el alma y la psique humana, pues fue el momento más erótico y excitante de todos los vividos hasta entonces. Noté como esa excitación fluía por todo mi cuerpo y, cuando Rafa empezó a desprender mi camisa por fuera del pantalón, llegó a su cenit máximo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario