El diario de Noa: capítulo 62º

Y llegó ese miércoles. Yo no estaba nada nerviosa. Tampoco era para ponerse inquieta o para estar incómoda. Era una fantasía como otra cualquiera y, lo importante, es que ambos disfrutásemos fetichistamente por igual. Yo llevaba la camisa blanca con unos vaqueros. Al llegar al chalet ciertas sonrisas nerviosas nos delataron. A pesar de que ambos queríamos aparentar normalidad y tranquilidad lo cierto es que estábamos algo excitables y nerviosos por la novedad que suponía esta nueva fantasía. Rafa aparentando tranquilidad me pasó una bolsa y me dijo: “aquí tienes”. Apenas miré el contenido de la bolsa. De forma un poco ausente me metí en el cuarto de baño del chalet para verlo todo con más detalle.

No había la menor duda de que Rafa lo había planificado todo perfectamente. Lo tenía todo bien pensando y preparado. Una falda de cuadros típica de colegiala, una rebeca azul oscuro también típica y hasta unos calcetines blancos. En ese momento todo esto me pareció ridículo. Me sentí ridícula y no quise seguir con esta fantasía. Puede que para él fuese muy especial, pero para mí suponía algo muy tonto que poco o nada tenía que ver con nuestra fantasía de siempre. Cierto que el factor fetichista a mí me atraía. Al fin y al cabo lo que siempre más me gustó fue que jugase y disfrutase con mi ropa, pero esto era rizar mucho el rizo. En los últimos días me había contagiado mucho su entusiasmo y estaba dispuesta a hacerlo. Pero ahora, sola en el cuarto de baño, tenía dudas más que razonables.

Estuve dudando mucho rato. O, al menos a mí, me pareció que fue mucho rato. Sé que le iba a dar un disgusto tremendo y que se iba a sentir muy frustrado, por lo que traté de reflexionar y no tomar una decisión a la ligera. Por una parte no me apetecía nada pues pensaba: “bah, la típica fantasía tonta de todos los tíos”, pero por otra parte recapacitaba y me decía a mi misma que las últimas veces que habíamos quedado todo se había vuelto muy mecánico, aburrido, desapasionado y artificial. Ya no había la chispa del anhelo y el deseo original, ya no había motivación y se había convertido en algo muy tedioso para ambos. ¿Con este aliciente de vestirme de colegiala conseguiría reavivar la chispa inicial y recobrar el entusiasmo original? No perdía nada por probarlo. Siempre que la fantasía siguiese siendo muy fetichista y en plan light a mí me gustaría. Mis dudas empezaron a disiparse y de pronto lo vi más claro que nunca. Ya no me pareció una memez y sí la vi interesante.

No hay comentarios:

Publicar un comentario