Esta nueva ubicación pareció satisfacerle mucho más pues intensificó los masajes sobre mi cuello y sobre todo sobre mis pechos, acariciándome ambos por encima de la rebeca. No paraba de hablar: “Joder, que guapa estás con esta rebeca, que preciosa, te queda de maravilla, estás buenísima, eres una diosa, me vuelves loco”. Paraba durante unos segundos de hablar y al cabo de un rato volvía otra vez: “umm, eres mi colegiala, mi colegiala preciosa, miniña preciosa, que buena estás y que bien te queda el uniforme, no te podría quedar mejor. Te sienta de maravilla, eres la colegiala más preciosa del mundo y sin duda la más sexy y sensual del planeta”. No voy a negar que me agradaba escucharle. Me motivaba e incluso me excitaba un poco tanta pasión fetichista hacía mí. A pesar de que se estaba centrando solo en mis pechos, yo no dejaba de tener un cosquilleo excitante por todo el cuello y cierto ardor por todo mi cuerpo. Notaba como
empezaban a hervir mis hormonas y como, al no tener visión por culpa de la venda, mi inquietud y nerviosismo aumentaba considerablemente.
De repente Rafa empezó a mascullar algo así como: “umm, esta rebeca, esta rebeca azul, esta rebequita de colegiala que tanto te gusta ponerte porque sabes que te queda muy bien y sabes que me vuelve loco”. Empezó a recorrer los botones de la rebeca con sus dedos uno por uno. Era una rebeca de botones grandes por lo que quedaban solo unos 3 abrochados. Y pronto quedaría solo uno. Pues con gran delicadeza, lentitud y degustando el momento me desabrochó dos más. Yo no me asuste. En todas nuestras anteriores fantasías siempre me acababa subiendo el jersey o desabrochando la rebeca siempre que llevara una camisa o camiseta debajo. Por lo que ese hecho era el más habitual y cotidiano entre nosotros. Pero, aún así, sentí cierto nerviosismo y alteración. ¿Sería por que nunca antes él había estado sentado a horcajada encima de mí? ¿Sería por estar vendada? ¿Sería por que la fantasía de la colegiala le motivaba y excitaba mucho más? Fuese lo que fuese, a mí me inquieto más de lo normal.
De repente Rafa empezó a mascullar algo así como: “umm, esta rebeca, esta rebeca azul, esta rebequita de colegiala que tanto te gusta ponerte porque sabes que te queda muy bien y sabes que me vuelve loco”. Empezó a recorrer los botones de la rebeca con sus dedos uno por uno. Era una rebeca de botones grandes por lo que quedaban solo unos 3 abrochados. Y pronto quedaría solo uno. Pues con gran delicadeza, lentitud y degustando el momento me desabrochó dos más. Yo no me asuste. En todas nuestras anteriores fantasías siempre me acababa subiendo el jersey o desabrochando la rebeca siempre que llevara una camisa o camiseta debajo. Por lo que ese hecho era el más habitual y cotidiano entre nosotros. Pero, aún así, sentí cierto nerviosismo y alteración. ¿Sería por que nunca antes él había estado sentado a horcajada encima de mí? ¿Sería por estar vendada? ¿Sería por que la fantasía de la colegiala le motivaba y excitaba mucho más? Fuese lo que fuese, a mí me inquieto más de lo normal.
No hay comentarios:
Publicar un comentario