A pesar de mi desinterés y apatía todos consiguieron convencerme pues el entusiasmo, ilusión y ganas de todos era muy contagioso. Además, yo no iba a ser tan tonta de seguir con la mirada a Edu a todas horas para así amargarme y agobiarme más. Decidí, sabiamente, ir solo a la fiesta a divertirme, estar con los amigos, disfrutar y olvidarme por una tarde/noche completamente tanto de Edu como de Rafa. Por lo que llevados por el deseo de hacer una parrillada/fiesta memorable empezamos a organizarlo. Yo cogí las llaves del chalet y nos fuimos en el coche de Salva al Carrefour a comprar todo lo necesario. Íbamos cuatro dentro del coche: Salva, Jordi, Edu y yo. Una vez comprado todo nos fuimos para el chalet. Al llegar allí empezamos a organizar todo poco a poco y enseguida reparamos que se nos habían olvidado un montón de cosas por comprar (era algo habitual, nos pasaba siempre, sobre todo teniendo en cuenta la gran disparidad de gustos por bebidas diferentes que había en la pandilla). Por lo que Salva comentó: “Joder, tenemos que volver otra vez, vaya coñazo”. A lo que Edu replicó: “Bueno, ir a comprarlo y mientras Natalia y yo nos quedamos colocando y ordenando todo para tenerlo todo listo”.
Solo sé que empezamos a ordenar las cosas, yo más lenta y torpemente que él pues mi cabeza estaba muy lejos de allí en ese momento, y que los minutos fueron pasando muy pausadamente, de una lentitud desesperante. Qué mal momento. Que momento más agrio y que incomodidad absoluta en el ambiente. Además, no era solo yo, sino que la propia climatología estaba como extraña, pues a pesar de ser Abril hacía un tiempo otoñal, con mucho fresquito, mucho aire y como con aires de tormenta. Puede que yo lo viese todo desde un punto de vista muy tormentoso, al encontrarme a solas con Edu, pero desde luego no era nada normal ese frío, aire y tiempo desapacible para esa época del año. Como siempre, dejé que mis pensamientos y reflexiones me hundieran en un océano de cuestiones sin respuestas, y solo despertaba de ese estado de ensoñación atolondrada cuando Edu me hacía alguna pregunta acerca de la organización. Una de esas preguntas iba a desencadenar el acontecimiento más inesperado y fascinante jamás imaginado. Un giro del destino tan asombroso que aún hoy en día me cuesta asimilarlo.
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