También para Edu debió ser una noche agobiante y asfixiante, pues no le vi sonreír en ningún momento. Su actitud fue todo el rato de seriedad, frialdad e indiferencia, lo cual, sin duda, debió contrariar a Graciela durante todo la fiesta, pues pude notar más de un gesto raro en su rostro por el extraño y frío comportamiento de Edu a su lado. En esos momentos sentí pena y remordimiento por ella. Lo sentí en lo más hondo de mi corazón y desee que no hubiera pasado nada aquella tarde. Me dolía meterme entre una pareja tan bien avenida y me carcomía la idea de hacer daño a terceras personas. Nunca hasta ese momento había reparado que Graciela como persona me caía muy bien y la estimaba. El que fuese la novia oficial de Edu siempre cegó y distorsionó mi imagen de ella. Pero ahora no quería hacerla daño ni tampoco hacérselo a Edu. Me sentí más confundida, descolocada y desconcertada que nunca. Casi tuve ganas de salir fuera del chalet y gritar a pleno pulmón para así airear y exorcizar todas las emociones que estaba acumulando y que no podía compartir con nadie.
Siempre me he cuidado mucho de que mi vida amorosa/sexual/sentimental sea un secreto y de una discreción absoluta para todo el mundo, pero en esos momentos sí que necesite desahogarme. Aunque, con mucha fuerza de voluntad, me contuve las ganas y seguí disfrutando falsamente de la fiesta sin comentárselo a nadie. Tenía ya un historial muy jugoso principalmente entre Rafa y Edu, pero en mi fuero interno sabía que debía seguir manteniéndolo todo en secreto y que eso me reportaría muchas más satisfacciones. Ahora, años después, contándolo en este diario, estoy más preparada que nunca para describirlo y confesarlo todo desde lo más profundo de mi corazón, pero en aquella época me resultaba imposible desvelárselo a nadie. Y así quería que siguiera siendo. Bastante tenía con tener las hormonas tan revolucionadas por culpa de mis adolescentes 17 años como para encima tener que contar este complicado lío que me traía entre manos.
La interminable fiesta por fin se fue apagando poco a poco y dando los últimos coletazos. Como era habitual, la mayoría de los allí congregados nos quedamos a dormir en sacos de dormir, tirados en sillones o sofás o directamente en las camas aquellos que eligieron primeros. A mí lo único que me importó es que yo dormí a escasos tres metros de Edu y Graciela y así pude comprobar, una vez más, como Edu seguía frío, distante y agobiado en esos momentos a pesar de tener abrazada a Graciela a su lado. No debí ser nada discreta con mi penetrante mirada pues Edu se dio perfecta cuenta y me echó una leve y tímida sonrisa, o al menos a mí me pareció una sonrisa. Fuera lo que fuera fue un gesto simpático y tierno que haría mucho más placentera y sosegada la espera hasta el día siguiente. Debía estar yo con las defensas muy bajas y perdiendo muchas facultades, pues en cualquier otro momento jamás hubiera permitido que él se diese cuenta de que le miraba, pero en aquellos momentos tan gozosos me dejé llevar por mi instinto en vez de por mis dichosas comeduras de tarro. Lo único que importa es que cerré pausadamente los ojos y me quedé dormida en el acto de la forma más placentera que jamás pude haber imaginado antes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario