El diario de Noa: Capítulo 84º

Rafa empezó a narrar, en un tono solemne y pausado su historia: “Todo ocurrió en el mes de Febrero de hace cuatro años, yo tenía solo 15 años y había una chica en mi clase en la cual nunca había reparado antes. Por supuesto que la conocía pues todos en clase nos conocíamos, pero nunca me había llamado la atención físicamente a pesar de que a esas edades se está con las hormonas revolucionadas”. Yo asentí con la cabeza para darle a entender que le escuchaba con toda mi atención, lo cierto es que la historia prometía. Rafa prosiguió con la historia: “A pesar de ser Febrero, ese día hizo un sol primaveral magnífico y nuestro profesor de Filosofía tuvo la brillante idea de dar la clase al aire libre, fuera del aula, pues decía que la Filosofía se entiende y asimila mejor en plena Naturaleza. Por lo que todos en plan asilvestrados nos salimos fuera e hicimos un circulo a dar la clase allí al aire libre entre muchas bromas, cachondeo y puyitas por lo novedoso del asunto”. La historia de Rafa cada vez me desconcertaba más, no sabía a dónde quería ir a parar.

Rafa prosiguió con su historia: “Estábamos dando la clase de Filosofía (todos en plan de cachondeo por lo bajini, al fin y al cabo teníamos solo 15 años) cuando reparé en Mamen, la chica que te decía antes. No sé si fue estar en la Naturaleza, el aire libre, el sol o el ambiente, solo sé que quedé flipado mirándola y me empezó a gusta mucho. Su carita, su ropa, sus movimientos, todo en general. Me flipó mucho, y cada segundo me gustaba más, fue con un flechazo instantáneo”. Debo reconocer que cuando contó esta parte de la historia sentí celos y desee haber sido esa chica. Le indiqué con la cabeza a Rafa que siguiera narrando. Cada vez parecía más ilusionado y entusiasmado rememorando aquella historia: “La cuestión es que, como ya te dije fue un día de Febrero de mucho sol y un poco caluroso, y Mamen de repente se quitó el jersey amarillo que llevaba y se quedó con una camisa blanca. Me quedé anonadado viendo como se lo quito, no creo que fueran más de 4 segundos lo que tardó, pero a mí me parecieron por lo menos 30 minutos o incluso horas. Pude ver todo el proceso de quitárselo como a cámara lenta y su imagen se inyectó e incrustó en mis ojos. Esa imagen nunca pude quitármela de la cabeza”. Cuánto más desarrollaba la historia más crecían mis celos y estaba empezando ya a cabrearme un poco de que le diera tanto protagonismo a la tal Mamen.

A pesar de que debía tener yo una cara de desagrado, Rafa continuó con la historia: “A pesar de tenía solo 15 años tuve muchísimo deseo sexual hacía Mamen esa mañana. Fue como un despertar, un deseo que estaba acumulado durante el Invierno y que esa mañana primaveral estalló al quitarse ella el jersey. Deseé con todas mis fuerzas que se arremangase la camisa o se la desabrochase un poco, pero claro, esto nunca paso. Fue uno de los momentos de mayor impulso y deseo sexual de mi vida”. Por fin calló y dio por terminada la historia. No sabía qué quería obtener comentándome esa historia. Lo que sí sé es que me cabreó porque me hizo sentir celos de toda la narración aunque hubiese ocurrido años antes. Viendo que yo no decía una palabra, Rafa abrió la boca y dijo con seguridad en sí mismo: “¿No te parece una fantasía ideal para repetirla ahora?”.

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