El diario de Noa: Capítulo 88º

Si perturbador fue el viernes por dicho comentario, no mucho mejor fueron los acontecimientos del sábado en la barbacoa/fiesta. Durante las primeras horas fue una gozada de muchas risas, entretenimientos, música, bailes, juerga, comilonas y desmadre, el problema fue que, según fueron pasando las horas, las cervezas que habíamos estado tomando durante todo el día empezaron a hacer su efecto y nos empezó a todos a dar un poco el bajón después de tantas horas a un ritmo frenético de cachondeo en el chalet. El detonante fue previsible. Apenas había reparado en Edu y Graciela a lo largo de todo el día, pues ambos se comportaron como siempre en plan discretos y moderados sin mostrar sus cariñitos en público. Pero, como a las 10 de la noche en pleno bajón, percibí perfectamente como Graciela se puso en plan melancólica, melosa y cariñosa con Edu. Un beso ocasional en los labios, un abrazo y otras muestras de cariño nada disimuladas. Aunque lo que disparó todas mis alarmas fue cuando se levantaron y se metieron dentro del chalet.

En un estado de rapidez mental fulminante me levanté yo también con la excusa de ir al baño. Más me valdría haberme quedado en mi sitio, pues aunque me dirigí al baño para dar crédito a mi pretexto pude ver perfectamente como Graciela y Edu se estaban enrollando apoyados en la puerta de una habitación. Además enrollándose en plan bestial, hasta el punto que vi claramente como ella llegó a posicionar su mano en su entrepierna y llegó a acariciarla por encima del pantalón. Eso me hizo explotar. Me metí corriendo en el cuarto de baño y me encerré allí, pero no precisamente para orinar, sino para sumergirme en todos los pensamientos y emociones que me estaban asolando. No sé qué paso todo el tiempo que estuve en el cuarto de baño (que fue mucho) solo sé que me pregunté más de una vez: “¿habrán tenido el valor de abrir la puerta de esa habitación y haberse metido allí a follar?”. Me carcomía esa cuestión. Estaba sumamente nerviosa y me obligaba a no dejarme llevar por la imaginación, porque a lo mejor no habían pasado de un simple morreo pasional.

En mis reflexiones me decía a mi misma: “¿Y sí lo están haciendo qué más da? Si tú también te lo estás montando bestialmente en este mismo chalet con el tema de las fantasías con Rafa aunque sea en plan light? O incluso llegué a pensar: “Da igual que llegasen a hacerlo, pues sería solo sexo, y nunca tendría el deseo y anhelo brutal que me demostró Edu a los 14 y 15 años cuando me hice la dormida. Eso nunca lo tendrá Graciela. Nunca. Será solo sexo ordinario, vulgar y desinteresado. Sobre todo desinteresado, pues, pensaba que, solamente a mí podría desear tantísimo Edu”. No sé las horas que eché en el cuarto de baño pensando y comiendome el tarro, hasta que alguien, con necesidades de orinar de verdad aporreó la puerta forzándome a salir de mi escondite”. Por lo que me obligué, por puro orgullo, a no pensar más en ella y seguir con la fiesta como si nada hubiera pasado.

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