El diario de Noa: Capítulo 111º

No es necesario decir que era la primera vez en mi vida que tocaba un pene. Y no un pene cualquiera, sino el pene de Edu, el pene totalmente erecto de Edu y yo se lo acariciaba como si tuviese experiencia en eso, cuando la realidad es que era la chica más novata del mundo. ¿Por qué hizo todo esto? ¿Por qué fui tan atrevida? ¿Por qué le metí mano así de rápido en vez de dejar que los acontecimientos de la noche siguieran su desarrollo al ritmo lento que se merecía? Pues por una sencilla y contundente razón que probablemente mi subconsciente y mi instinto (ambos mucho más inteligentes que yo) habían planeado sabiamente. Ya que en pleno proceso de las caricias a su pene le pregunté mirándole a los ojos: “¿A que es la primera vez en tu vida que te hacen esto? ¿A que sí?”. Edu, con una sonrisa de placer absoluta y bobalicona, contesto lleno de honestidad y sinceridad: “oh, sí, claro que sí, que pasada”. Parecía que se lo estaba contando a un amigo más que a la chica que se lo estaba haciendo. No pudieron tener más veracidad sus palabras. Sus ojos confirmaban con rotundidad que decía absolutamente la verdad. Eso era justo lo que quería escuchar, eso era justo lo que necesitaba escuchar. Solo con eso todas mis obsesiones, agobios y comeduras de tarro se desvanecieron por completo. Por fin mi mente estaba ya tranquila, relajada y dispuesta para seguir disfrutando de lo que me deparaba aquella noche.

Debo reconocer que disfrutaba teniendo la mano metida por dentro de su cremallera acariciando su miembro. Me sentía rara. Estaba experimentando y descubriendo sensaciones nuevas. También era algo muy psicológico el estar proporcionándole placer así, y tener el control sobre él, eso me excitaba de sobremanera. En un determinado momento Edu dejó de acariciar mi culo y dirigió su mano hacía mi entrepierna. Yo se la retiré inmediatamente. El volvió a intentarlo y yo de nuevo se la retiré. No estaba preparada y que me tocase la entrepierna, aunque fuese por encima del pantalón, era algo que no había planificado y para lo que no estaba mentalizada todavía. No pareció tomárselo a mal, al contrario, pareció relajarse y asumirlo con total naturalidad. De repente, cogió mi mano y la sacó lentamente de su entrepierna, con mucha suavidad y calma. Seguidamente abrió la puerta de la habitación (probablemente llevábamos ya más de 20 minutos al lado de esa puerta) y pasamos dentro. Edu me miraba con deseo, con verdadera lujuria, y yo de pronto me sentí muy insegura y asustada, todo el aplomo y seguridad que había demostrado hasta ese momento empezaba a derrumbarse.

En ese momento, de pie en la habitación a poco más de un metro y medio de la cama, me sentí confundida y desconcertada. Tenía mucha inseguridad en mi misma y no sabía exactamente de si quería seguir con esto. Edu no me dejó pensar a gusto pues nuevamente empezó a acariciar mis pechos por encima de la camiseta, la cual fue subiendo poco a poco hasta dejar al descubierto mi sujetador. Y, al igual que antes, se abalanzo sobre el sujetador a comerme los pechos, saboreándolos con pasión y lascivia. De forma violenta me forzó a quitarme la camiseta del todo, a mí no me importaba quitármela, lo que me molestó es que lo hiciera con tantas prisas e impaciencia. Una vez solo en sujetador empezó a chuparme cada una de las tetas de forma individual, tirándose un buen rato con cada una de ellas. Incluso, a veces bajando un poco el sujetador para llegar a chupar los pezones. Los escalofríos recorrían todo mi cuerpo y cualquier parte del cuerpo que me tocase la sentía como si fuese la más erógena del mundo. Era puro erotismo. Tenía mis dudas de si seguir con ello o no. Por una parte no hacía más que cuestionarme que era Edu y quién mejor que él para llegar al final, pero por otra parte me veía aún demasiado niña e inmadura para dar ese gran paso.

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