De repente recapacité, no debía contarlo hasta que Edu cortase con Graciela, eso le haría mucho daño y yo no quería eso. No quería dañarla por nada en el mundo. Probablemente a esas horas ya quizás Edu hubiera hablado con Graciela y habrían cortado, pero no quería hacerlo hasta que tuviese la confirmación. Todos estos pensamientos me generaron mucha ansiedad, muchísima, pero debía contener y controlar mis emociones y seguir manteniéndolo en secreto unas horas más. Era ciertamente un notición para la pandilla, iba a ser la noticia del siglo y una sorpresa mayúscula para todo el mundo. Pues mi interés público por Edu siempre fue nulo e indiferente, y que ahora hubiese pasado todo esto seguro que descolocaría a más de uno y a más de una. Iba a ser un bombazo y la expectación por contarlo me generaba incluso aún más ansiedad. Pero si todo esto me generaba nervios y ansiedad no fue nada comparado con el nivel de agitación que me producirían las siguientes horas.
¿Y por qué dicha agitación? Pues porque empezó a mosquearme que fueran pasando las horas y no recibiese ni un simple SMS de Edu. Era rarísimo. Era algo muy extraño. Tampoco quería yo meterle prisa ni llamarle pues a lo mejor justo en ese momento estaba cortando con Graciela, pero mi impaciencia me estaba quebrando los nervios. A las 9 de la noche ya no pude esperar más. Estaba sumamente mosqueada y enervada, quería saber qué pasaba. Joder, era para estar agitada, apenas 24 horas estábamos los dos perdiendo la virginidad de forma maravillosa y ahora no tenía ni una sola noticia de él. Por lo que le llamé al móvil y la respuesta no es que tranquilizase mucho. Pues me contestó solo con monosílabos como dando a entender que en ese momento no podía hablar. Me dijo: “Luego te llamo, ¿vale?” y antes de que le respondiera ya me había colgado. Aunque seguía igual de disgustada y frustrada lo cierto es que me tranquilizó un poco ese “luego te llamo”. Por lo que esperé. Y esperé y esperé. Hasta que dieron las 10,30 y le volví a llamar. Me lo cogió enseguida y me dijo: “Sí, es que ahora no puedo hablar, estoy liado, ya te llamo ya mañana, ¿vale?”. Condescendientemente le dije que sí. ¿Por qué no podría hablar en ese momento? ¿Estaría cortando con Graciela justo en ese momento? Me obligué a no pensar más en ello y seguir intentando asimilar y racionalizar todo lo que había ocurrido en mi vida en los dos últimos días.
¿Y por qué dicha agitación? Pues porque empezó a mosquearme que fueran pasando las horas y no recibiese ni un simple SMS de Edu. Era rarísimo. Era algo muy extraño. Tampoco quería yo meterle prisa ni llamarle pues a lo mejor justo en ese momento estaba cortando con Graciela, pero mi impaciencia me estaba quebrando los nervios. A las 9 de la noche ya no pude esperar más. Estaba sumamente mosqueada y enervada, quería saber qué pasaba. Joder, era para estar agitada, apenas 24 horas estábamos los dos perdiendo la virginidad de forma maravillosa y ahora no tenía ni una sola noticia de él. Por lo que le llamé al móvil y la respuesta no es que tranquilizase mucho. Pues me contestó solo con monosílabos como dando a entender que en ese momento no podía hablar. Me dijo: “Luego te llamo, ¿vale?” y antes de que le respondiera ya me había colgado. Aunque seguía igual de disgustada y frustrada lo cierto es que me tranquilizó un poco ese “luego te llamo”. Por lo que esperé. Y esperé y esperé. Hasta que dieron las 10,30 y le volví a llamar. Me lo cogió enseguida y me dijo: “Sí, es que ahora no puedo hablar, estoy liado, ya te llamo ya mañana, ¿vale?”. Condescendientemente le dije que sí. ¿Por qué no podría hablar en ese momento? ¿Estaría cortando con Graciela justo en ese momento? Me obligué a no pensar más en ello y seguir intentando asimilar y racionalizar todo lo que había ocurrido en mi vida en los dos últimos días.
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