El diario de Noa: Capítulo 121º

Por si fuera poco, aquel mes de Mayo, no solo tuve que lidiar con las miradas de Edu, sino que también Rafa me complicó un poco más la vida. Porque si con Edu eran solo sus miradas, con Rafa eran sus palabras, pues más de una vez los fines de semana se acercaba a mí (siempre de modo sutil, disimulado e imperceptible para los demás) para susurrarme frases del tipo: “oye, ¿no te apetece volver a quedar algún día?”, “oye, ¿por qué no repetirlo otra vez”, “Se hará con tus reglas y tus límites, siempre con tus reglas, como tu quieras”. Siempre fui muy tajante con este tema y siempre le di no categóricos. Eso no le desanimó, porque siguió insistiendo de forma continua. Por lo menos Rafa era honesto y sincero, y no el cobarde y débil de Edu. Pero no quería nada con ellos. Absolutamente nada. Desde hacía un año, prácticamente al poco de cumplir los 16, mi vida se había convertido en un desmadre descontrolado por culpa tanto de Rafa como de Edu. Por ello ahora quería templar un poco las cosas y no desmelenar más el asunto.

Por lo que todo fue desarrollándose más o menos con sencillez. Esquivando las significativas y suplicante miradas de Edu y obviando todos los comentarios de Rafa. Traté de no pensar más en ellos dos y abrirme a nuevas experiencias mucho más gratificantes de lo que ellos me podrían proporcionar. Cierto que con Rafa quizás estaba siendo injusta, pues al fin y al cabo fui yo quien le arrastró a estos juegos de las fantasías y, dentro de lo que cabe, se mostró siempre correcto dentro de los límites (salvo la última vez, claro). Pero no quería complicarme más la existencia y sí realmente necesitaba algún affaire ya me lo proporcionaría otro chico. Al fin y al cabo, candidatos y pretendientes nunca me faltaban. Por lo que era ya de madurar un poco más y olvidarme del estúpido enamoramiento hacía Edu y mis juegos fantasiosos con Rafa. Un mundo se abría ante mí a mis adolescentes 17 años y el Verano se presentaba muy interesante y estimulante.

Y, ciertamente, el Verano fue inolvidable en muchísimos aspectos de mucho reír y disfrutar en acampadas, fiestas o incluso de vacaciones en la playa todos juntos. Eso sí, en cuanto a mi vida sentimental y sensual fue intencionadamente nulo. No quise en ningún momento tontear con nadie ni arriesgarme a tener una relación, aunque fuese una sola noche, con ningún chico. ¿Tenía miedo a que me hiciesen daño emocional o sentimentalmente? Es posible que sí, pero cobardemente preferí no arriesgar y solo disfrutar con los amigos y amigas. En muchos aspectos fue un Verano estupendo y genial. Nos divertimos muchísimos e hicimos mogollón de cosas todos los de la pandilla. No paramos ni por un segundo. Todo diversión, cachondeo, fiestas, playa, piscina, deporte, juegos, etcétera. Una pura gozada. Pero ¿era una pura gozada del todo? Pues no, no del todo. Algo muy dentro de mí no me dejaba satisfecha y feliz del todo. Y es que en plena adolescencia, con la pubertad ebullendo sin control, no se es dichosa del todo si no se tiene algún escarceo o aventurilla por muy tonta que fuese. De hecho, todas mis amigas, tarde o temprano, empezaron a tener sus historias mientras yo permanecía impasible a todos los chicos que me entraban.

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