Por lo menos fui lo suficientemente inteligente para que esa noche no me dejase seducir y sucumbir por sus historias fetichistas. Pasé de sus historias y seguimos los cinco pasándonoslo muy bien toda la noche. En cierto momento, cuando Edu se puso en exceso romanticón con Graciela, me dio un poco de bajón y tuve ganas de utilizar a Rafa para dar celos a Edu ante sus narices. Estuve a punto de hacerlo. Enrollarme con Rafa bestialmente ante los ojos de Edu y así demostrarle, una vez más, lo muy niñato e inmaduro que era no sabiendo ni pudiendo cortar con Graciela. Pero no lo hice, me contuve. Por supuesto que hubiera sido toda una lección ante Edu, pero por otra parte no me daba la gana de que se desvelase públicamente todo lo mío con Rafa que habíamos mantenido en secreto durante tantísimos y tantísimos meses. Quería que siguiese siendo nuestra historia. Nuestro secreto. Y que todo nuestro historial de fantasías siguiera siendo extremadamente privado y confidencial. Por lo que, en un nuevo acto de madurez sorprendente para tener solo 17 años, no escogí el camino fácil y simplemente seguimos todos disfrutando la noche.
Si aquel sábado fue peculiar, no menos emocionante iba a ser el domingo, pues una serie de hechos se iban a desarrollar que iban a acabar con mi abstinencia emocional/sentimental/sexual que me había impuesto a mi misma. ¿Y quién sino el mismísimo Rafa iba a ser el causante detonante de ello? Todo empezó con un simple SMS que solo me ponía: “¿Te apetece venirte esta tarde a las 7 al bar de mi tío?”. Le contesté con un anodino “ok”, aunque no sabía de si quería quedar o no. No me lo pensé mucho. Supongo que el rollo fetichista de la noche anterior había activado alguna neurona en mi cabeza y eso me motivó para quedar, ya fuese por curiosidad o por lo que fuera. El hecho es que hacía meses que no quedábamos, muchísimos y ya prácticamente ni me acordaba de las tormentosas y fascinantes fantasías que habíamos realizado Rafa y yo en meses anteriores. Todas esas fantasías las veía como algo lejano, muy lejano, como si hubiesen pasado años en vez de meses, y era un recuerdo vago de mi memoria. Me había concienciado y esforzado tanto, a lo largo de los últimos meses, por olvidar todo lo ocurrido tanto con Rafa como con Edu que apenas recordaba ya nada de todos aquellos momentos memorables.
Por lo que llegaron las 7 de la tarde y me presenté a la puerta del bar. Rafa desde un primer momento se lo curró con esmeró pues nada más verme comentó: “caray, estas preciosa con ese vestido de Verano, estás muy guapa y elegante, que guapa te queda”. Yo misma era consciente de que me quedaba bien y que estaba guapa, pero aún así siempre se agradece los piropos y halagos de los demás, y para estas cosas Rafa era todo un maestro. Estuvimos tomando algo en el bar mientras hablamos de temas triviales y de cosas de la noche anterior. En ningún momento intentó tirarme los tejos, ni insinuar nada ni proponer ningún tipo de fantasía. Estuvo comedido, correcto y tranquilo. Casi parecía un Rafa muy distinto al Rafa fogoso, desatado y pasional de las otras veces. Aunque no se lo dije, agradecí su comportamiento porque no me apetecía nada entrar a discutir temas sobre quedar para fantasías y esas cosas. A pesar de llevar ya muchos meses alejada de estos rollos e historias, aún no estaba curada del todo y necesitaba más tiempo de tranquilidad y de no pensar en ello.
No hay comentarios:
Publicar un comentario