El diario de Noa: capítulo 127º

De todos modos, Rafa, como cualquier chico, no era perfecto y más de una vez sobrepasaba los límites. Más de una vez comprobé como intentó dejar de abrazarme por la cintura e intentar tocarme los pechos y tuve que impedírselo y pararle los pies. También intentó subirme el vestido y nuevamente tuve que pararle y recriminarle. Le frustré cada uno de los intentos que llevó a cabo. Solo quería un abrazo por detrás y besos en el cuello. Solo eso. Sé que suena absurdo el frenarle tanto, más aún cuando solo unos meses antes me había acariciado tantísimo los pechos y había avanzado tantísimo en otros aspectos en nuestra relación. Pero en aquella tarde de domingo quería (más bien necesitaba) empezar poco a poco de cero. Empezar desde el principio. Sé que para él sería muy frustrante y desmotivante, pero yo no pensaba en todo lo ocurrido en meses anteriores, sino en empezar a motivarme muy poco a poco después de un letargo de tantos meses sin experiencias. Mi mente me pedía a gritos empezar desde cero. Poco a poco. Si Rafa lo asumía pues genial, y sino pues entonces jamás volvería a tener nada conmigo. Así de sencillo.

Parecía que Rafa me leyera el pensamiento. Pues, tras frenarle y pararle unas cuantas veces, no volvió a intentarlo y solo se limitó a seguir en plan light con los abrazos y a vernos reflejados en el espejo. Eso me ponía mucho. Eso del espejo fue un gran acierto, pues verme reflejada de cuerpo entero mientras él me besaba tenía mucho morbo y encanto. Por lo que al final me sentí complacida de haberme dejado convencer de ir a ese gimnasio personal tan peculiar. Puede que otras chicas de mi edad ya estuviesen follando sin control con sus parejas o rollos, y aprovechasen cualquier oportunidad para dar rienda suelta a su lujuria y a sus revolucionadas hormonas adolescentes. Pero eso no era lo que yo quería. A mí, desde siempre, desde los 14 años, se me excitaba por la mente, siempre por la mente. Había que seducir y cortejar mi cerebro y estimularlo con fantasías, fetichismo o lo que fuese. Solo así sí que sería emocionante y fascinante. Pensaba eso desde que a los 14 años me hice la dormida ante Edu y, a esas alturas, estaba ya convencida de que siempre iba a ser ya así.

La corrección de Rafa fue absoluta en todo momento. Pues solo se limitó a abrazarme por detrás y a darme los besos. Es decir, todo en plan muy light y sin sobrepasar ningún límite. El factor del espejo desde luego fue determinante. Fue lo que más me gusto y le aportó a la fantasía el grado justo de morbo que yo quería. Ciertamente fue todo muy suave y light, nada espectacular, sobre todo si lo comparamos con las historias que tuvimos Rafa y yo en meses anteriores. Pero era lo que yo necesitaba. Ir poco a poco. A mi ritmo y nada de fantasías muy subiditas de tono. No estaba preparada para ello todavía. Me agradó tanto que cuando Rafa me preguntó que si quedábamos al día siguiente le contesté afirmativamente sin pensármelo mucho. Por lo que concertamos una nueva cita para el día siguiente y en el mismo lugar. Sabía que sí daba carta blanca a una nueva cita eso supondría empezar de nuevo con las fantasías después de muchos meses de parón. No estaba segura de sí quería eso o si estaba preparada para ello. Lo único que sabía es que me apetecía simplemente volver a quedar. Solo eso.

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