El diario de Noa: capítulo 131º

Mi silenció desesperó más a Rafa. Le puso más nervioso e irascible. Finalmente con calma me preguntó: “¿qué es lo que quieres? ¿qué es realmente lo que quieres?”. Solo supe encogerme de hombros y no dije nada. Estaba confusa y aunque sabía que le estaba frustrando no sabía cómo reaccionar ni qué decir. Lo mejor sería irnos ya y olvidar todo lo que había pasado esa tarde. Ya otro día nos lo tomaríamos con más calma y quizás estaría yo más predispuesta para avanzar más. Le dije: “mira, déjalo, ya otro día quedamos, ahora quiero irme”. Rafa me echó una mirada impersonal y se apartó de mi camino, dando a entender que me largara por la puerta y que no le importaba. Tenía el orgullo herido. Eso se notaba claramente. No me gustaba hacerle daño ni jugar con él, pero yo necesitaba más tiempo, y él debía llegar a entenderlo. Por lo que me fui hacía la puerta dispuesta a irme. Justo cuando estaba a punto de abrir, de hecho ya la tenía medio abierta, pero él me lo impidió. Volvió a cerrar la puerta. Me miró a los ojos. Esperaba que de un momento a otro empezase a hablar a soltarte uno de sus habituales monólogos para convencerme. Pero no fue así, o para ser exactos, no fue concretamente así.

Pues lo que hizo fue abalanzarse sobre mi cuello y empezar a comérmelo con chupetones repletos de pasión y deseo. Y ahí sí que empezó a hablar sin parar diciendo cosas como: “¿te acuerdas del día que jugamos en el chalet al escondite y corríamos por todos lados escapando de mí todo el rato de un lado a otro sin parar? ¿te acuerdas lo morboso y excitante que fue? Pues ese día estabas preciosa, con aquella camisa mía y esos vaqueros. Pensé que nunca te podría desear más que aquel día. Pues estaba equivocado. Porque ahora mismo con esta camiseta y estos shorts te deseo más que nunca y necesito tenerte más que nunca. Tu ropa siempre me vuelve loco y todo te queda tan bien que solo sueño con acariciar y jugar con tu ropa”. Estaba tan atenta y flipada por el largo discurso de Rafa que no me di cuenta que llevaba ya un buen rato acariciándome los pechos por encima de la camiseta al mismo tiempo que me daba besos sin parar. Era increíble lo mucho que me conocía. Era increíble como Rafa me conocía más que yo a mi misma y que sabía justo en cada momento lo que necesitaba oír para camelarme. ¿Me molestó que utilizase esos trucos fetichistas tan manidos? Pues no sé, no mucho, pues con ello excitó mi mente y eso fue justo lo que necesitaba para relajarme. Por lo que le dejé seguir, siempre y cuando siguiera siendo una fantasía light.

No podía determinar cuánto tiempo estuvo acariciándome y besándome. Solo sé que cumplió su promesa de ser todo light pues en ningún momento dejo de tocarme por encima de la camiseta. Debía reconocer que, tanto ahora como en el pasado, Rafa era un tío legal que casi siempre se atenía a las normas y reglas que yo imponía. Al cabo de un rato así lo dejamos y ya nos fuimos para casa. Yo pude notar perfectamente su erección en el pantalón, aunque lo miré de forma tan discreta y sutil que seguro que no se dio cuenta. Por supuesto quedamos para el día siguiente. Y llegó el día siguiente, y fue un día importante, aunque no del todo relacionado con Rafa. Pues me encontraba yo arreglándome ante el espejo como media hora antes de quedar con él, decidiendo que me ponía, y teniendo en cuenta que me había hablado que tanto le ponía los shorts blancos pues me decanté por ellos. Tras deliberar un poco me puse una camiseta de tirantes azul oscuro con esos short blancos. Mis pensamientos estaban centrados y monopolizados por lo ocurrido los dos días anteriores con él cuando de repente una llamada al móvil de Jennifer me despertó de dichos pensamientos. La noticia de Jennifer no se hizo esperar: “¿Sabes que Graciela y Edu han cortado? Que fuerte. Quién lo iba a decir”. Evidentemente no lo sabía.

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