Con mucha vehemencia me dirigí a la puerta y la abrí. Estaba totalmente cabreada y no pensaba volver a quedar con Rafa en la vida. En ese momento le odiaba por las palabras terribles que me dijo y no quería volver a verle. Me sentí humillada como nunca y salí de allí a toda leche. Solo pude correr unos 10 metros pues Rafa me alcanzó y me paró en seco agarrándome del brazo. Me miró a los ojos y me dijo: “Solo quiero decir que te aclares de una vez. Que te preguntes a ti misma qué quieres de verdad y yo respetare tu decisión sea cual sea, pero aclárate de una vez qué es lo que quieres. Porque sino así nos vas a volver loco a los dos”. Pude ver honestidad y sinceridad en sus palabras y comprendí que tenía toda la razón. Aún así estaba tan dolida, cabreada y furiosa por todo lo que me había dicho (y en especial por ese insulto que repitió tantas veces) que no quise ni escucharle. Sé en el fondo de mi ser que tenía toda la razón del mundo. Sé que jugué con él durante muchos meses y que le hice mucho daño sexualmente hablando excitándole sin parar. ¿Es qué Rafa no comprendía que lo que a mí me ponía es que todo fuese tan light y que no quería que se sobrepasasen ciertos límites? Estaba claro que a estas alturas ya no iba a conformarse con ello.
Solo acerté a decirle: “bueno, me lo pensaré, ya hablaremos, pero ahora déjame en paz, quiero estar sola”. Necesitaba irme para casa. De hecho tenía ganas de llorar. Aunque nada más llegar a casa me di cuenta que lo que más necesitaba era no pensar en eso y alejar todo lo ocurrido de mi mente. Por lo que me puse a llamar a todas las amigas para quedar y así al cabo de un rato estábamos todas juntas hablando de nuestras cosas y temas. Era justo lo que necesitaba. Quería que mi cabeza no pensará en nada de lo que me dijo Rafa. Necesitaba olvidarlo por completo y ya habría tiempo luego para pensar y reflexionar sobre eso. Pero ahora solo quería estar con mis amigas disfrutando la tarde y olvidándome de todo lo acontecido antes. Y bien que lo conseguí. Lo cierto es que esa tarde nos divertimos muchísimo y nos lo pasamos genial. Todo fue estupendo hasta que de repente recibí un SMS. Y eso me petrifico un poco. Estaba segura que ese SMS era de Rafa. Segurísima. Por lo que lo abrí con miedo. Gran sorpresa la mía al comprobar que era del mismísimo Edu. Era lo más inesperado e imprevisto del mundo. Una sorpresa mayúscula.
No hay comentarios:
Publicar un comentario