El diario de Noa: Capítulo 141º

Rafa no dejaba de susurrar cosas para sí mismo y mentiría si dijera que entendía todo lo que decía, pues eran mezclas de susurros y murmullos inaudibles. Creo que solo entendí una vez que me dijo algo así como: “muy bien, me encanta que seas así de buena, así de sumisa”. El bulto de la erección dentro de su pantalón se notaba un montonazo y su rostro reflejaba un deleite continuo. Las caricias por encima de mi pantaloncito se fueron turnando con caricias sobre mis pechos por encima de la camiseta. En un determinado momento dejó de acariciarme con ambas manos porque una de ellas la utilizó para acariciarse a sí mismo la entrepierna. Le veía gozar y yo también estaba gozando mucho. Estaba muy excitada y disfrutando el momento, tratando de no racionalizar todo como era habitual en mí. Tarde o temprano tenía que llegar el momento en el que Rafa, con un movimiento visceral y brusco se desabrochó el pantalón y se bajo la cremallera para meterse la mano más cómodamente. A mí todo esto me parecía tremendamente erótico, era un momento repleto de sensualidad y se respiraba sexualidad en todo momento. Y, debo reconocer, que el enorme bulto del pene de Rafa en el pantalón también me excitó.

Hay que admitir que Rafa sabía tocar mi cuerpo y jugar con mi ropa de forma tan perfecta que conseguía que disfrutase cada segundo. Cierto que ya llevábamos muchos meses jugando con el tema de la ropa en plan fetichistas y que sabía excitarme con sus caricias y sus palabras, pero nunca como aquella tarde (intensificada además, como no, porque seguía yo sin responder al SMS de Edu) consiguió excitarme tanto. Hasta el punto que en cierta manera me molestó que se acariciase con una mano a sí mismo en vez de emplear las dos en mi cuerpo. Estaba tan sumida en ese estado de excitación y erotismo que cuando me susurró: “¿podemos ir un poco más allá, verdad?” no pude ni contestarle, supongo que se me pasó por la cabeza decirle algo, pero solo sé que las palabras no salieron de mi boca. Solo quería gozar ese momento y nada más. Rafa debió interpretar mi silencio como una afirmación, pues acto seguido se sacó el pene por fuera del calzoncillo para, acto seguido, de forma violenta y rápida quitarse del todo el pantalón y el calzoncillos, los cuales tiró bien lejos. Se quedó desnudo completamente de cintura para abajo, dejando a la vista un inmenso y majestuoso pene, incluso diría que estaba más grande, si esto era posible, que la otra vez siete meses atrás.

Cogió su pene con una mano con fuerza y firmeza. Lo apuntó hacía mí y empezó a pasarlo por encima de mis shorts. Primero por los muslos y luego por la entrepierna. Fue muy erótico. Muy intenso. Muy inolvidable. Dijo: “Dios, la de veces que he soñado hacer esto con cualquiera de tus pantaloncitos, llevo siglos queriendo hacerlo”. El toque fetichista de esas palabras me entonó, siempre que mezclase frases fetichistas con sus actos hacían que me excitase más y disfrutase más esos momentos. No se limitó solo a los shorts, pues también lo pasó por toda mi camiseta, restregándolo fuertemente contra mis pechos y casi golpeándolo como si eso le proporcionase más placer. Incluso lo pasó un poco por mi cara, pero como hice un leve gesto de desaprobación apartándola enseguida se dio cuenta que eso era ya pasarse mucho. Por lo que se limitó simplemente a pasarlo por el pantalón y la camiseta. Fue tremendo. Un subidón adrenalítico erótico brutal que me excitó muchísimo. Pocas veces hasta ese momento había tenido yo interés por el miembro viril masculino pero en esos momentos me encantó que ese enorme pene recorriese todo mi cuerpo de arriba abajo.

1 comentario:

  1. Calientapollas, deberías haberle dejado que te diera pollazos en la cara, que es lo que te mereces, SO PUTA.

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