El diario de Noa: Capítulo 147º

Pero mis intenciones tendrían que esperar, pues nuevamente Jennifer insistió en ir de compras al día siguiente dado que no habíamos comprado ninguna de las dos nada destacable aquel día. Por lo que mi intención de ir con Rafa tendría que posponerlo al menos un día más. Aquella tarde Jennifer sí que acabó comprándose cosas pero yo no pues me reservé para el día siguiente. Con la excusa de que nada me convencía del todo fue desechando todo lo que Jennifer me decía que me quedaba bien (y lo cierto es que me quedaba bien, pero quería que Rafa fuera el que me lo dijese). Finalmente llegó el tercer día de compras y se lo propuse por SMS a Rafa. Por un instante me planteé que a lo mejor no quería venirse de compras y que lo que dijo el otro día lo dijo solo en un momento de pasión. Al fin y al cabo los chicos siempre se suelen aburrir mucho cuando van de compras con las chicas y no quería que eso se convirtiera en un suplicio para Rafa. Pero todas mis dudas se disiparon cuando en pocos segundos me contestó al SMS. Por lo que nuestra gran día de ir de shopping iba a desarrollarse por fin.

Y hay que reconocer, una vez más, cómo me conoce Rafa y cómo sabe lo que quiero oír en cada momento. Pues pasó a recogerme a la puerta de mi casa y nada más verte me piropeó diciendo: “no sé porque realmente tienes que comprarte ropa nueva porque con lo que llevas ahora estás preciosa y buenísima”. Sé que exagerada, pues al fin y al cabo me acuerdo perfectamente que llevaba una sencilla camiseta a rayas y unos pantalones negros, pero agradecí tales halagos. Ambos sabíamos, por lo mucho vivido a lo largo de tantísimos meses, que el factor fetichista era muy importante para los dos y que a él le motivase mi ropa era un aliciente esencial para seguir alimentando nuestros encuentros y fantasías. Cierto que nuestras relaciones habían subido a un nivel sexual más explícito, pero yo quería recuperar ese ingrediente del deseo fetichista que tan buenos resultados nos había dado en el pasado. Por lo que los dos, repletos de expectación, ilusión y entusiasmos nos adentramos en una interesante tarde de ir de compras. Y nuestra primera parada era una de mis tiendas favoritas: Ralph Lauren.

Y sé sinceramente que desesperé al pobre Rafa, porque por su cara de agobio pude percibir que su intención era ir directos al probador. En cambio, me tomé mi tiempo y tardé bastante en decidirme qué quería probarme. No sé cuánto tiempo transcurrió hasta que elegí lo que deseaba probarme (probablemente no llegara a la media hora) pero sí que fue suficiente para que la poca paciencia de Rafa estallase y se malhumorase. Pero me dio igual, yo estaba ahí para ir tranquilamente de compras, esa era la máxima prioridad y no contentarle a él. Cuando por fin me decanté por dos camisas y nos fuimos al probador él estaba cabreado, desesperado y crispado por tan larga espera (aunque insisto que fue menos de media hora). De todos modos dicho enfado le iba a durar poco. Me probé la primera camisa. Era una bonita camisa blanca a rayas. Y En cuanto me la probé y me miré en el espejo pude ver, aparte de lo guapa que estaba, cómo el enfado de Rafa desaparecía y se desvanecía dejando lugar a una amplía sonrisa. Rafa exclamó: “joder, si es que hacía meses que no te veía con camisa, ya se me había olvidado lo guapa que estás siempre en camisa y lo bien que te quedan”. Era cierto, durante el verano nunca me pongo camisas (ni siquiera de manga corta) pues me encantan las camisetas de tirantes o las camisetas normales, por lo que efectivamente hacía al menos 2 ó 3 meses que no llevaba ninguna camisa. Podía entender perfectamente que le gustase a Rafa así vestida, pues a mí también me gustan mucho más los chicos cuando van en camisa.

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