La mirada de Rafa al mirarme no pudo ser más honesta, sincera y espontánea, pues noté perfectamente cómo su sueño se acababa de hacer realidad y que era tal y como se lo había imaginado. Se le notaba feliz, dichoso y satisfecho, como si le hubiese complacido mucho más de lo que imagine. Reconozco que me gustó provocar esa reacción en él. Finalmente dijo: “joder, no se puede estar más guapa, te queda perfecta con ese pantalón”. Y, acto seguido, se acercó y me dio un beso en la frente que me desconcertó totalmente. Fue un beso de pura felicidad y dicha. Me cogió de los hombros y me volvió a dar otro beso en la mejilla al tiempo que me decía: “eres y siempre serás la chica más preciosa, elegante y sexy de esta ciudad, y lo sabes, y aunque vuelves loco a todos los chicos de esta ciudad yo soy al que vuelves más loco por lo preciosa que eres”. Si antes ya estaba desconcertada esas palabras, aparte de halagarme, me descolocaron todavía más porque no me las esperaba. Pero aún iba a decirme algo aún más imprevisto, chocante y flipante por el descaro de la propuesta. Me dijo: “Por favor, túmbate en la cama, como aquellas veces que te hacías la dormida y yo te acariciaba. Por favor, hazlo, solo un momento”.
La proposición de Rafa lejos de enojarme y cabrearme lo cierto es que me hizo sentirme bien y halagada. No sé porque pero yo misma tenía ganas de volver a revivir esta fantasía que ya hacía bastante que no hacíamos. Más aún con el aliciente del morbo de estar vestida tan guapa y de estar en mi propia casa. De todos modos traté de fingir cierto disgusto, enfado y malestar por su indecente propuesta. Rafa me miró a los ojos e insistió: “Por favor, será solo un momento, y en plan totalmente light, te lo juro, solo acariciarte por encima de la ropa, me da morbo acariciarte por encima de la camisa y el pantalón. Solo eso. Te juro que no te quitaré nada de ropa. Absolutamente nada. Solo acariciarte”. Eso casi me convenció del todo. Estaba claro que si lo hacíamos tenía que ser en plan light total (y no tan sexualmente explícito como las semanas anteriores), solo en plan light y sin pasarse ni sobrepasar ciertos límites. De todos modos yo no estaba convencida del todo. En cierto modo no podía dejar de sentir (ahora que ya se empezaba a acercar el fresco y el frío otoñal) que mis encuentros con Edu a los 14 y 15 años estaban asociados y ligados al frío invernal, y, aunque ahora no hacía tanto frío como entonces, sí que empezaba a refrescar lo suficiente como para traer esos recuerdos de nuevo a mi mente. Por un momento desee con todas mis fuerzas que fuese Diciembre en vez de finales de Septiembre, pues me apetecía un montón que si teníamos que hacerlo pues que fuese en pleno Diciembre invernal para evocar del todo aquellos recuerdos de Edu.
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