Sabía que la primera gran prueba de fuego que debería afrontar sería el siguiente fin de semana cuando en el botellón se cruzasen las miradas entre Rafa y yo. Debía ser fuerte y valiente. Debía tener orgullo y demostrar al mundo entero (empezando por mi misma) que había pasado página con mis encuentros con Rafa y que todo un abanico de nuevas relaciones se abrían ante mí. Por lo que lo primero que hice ese sábado fue exorcizar lo que había ocurrido en mi habitación. Y la mejor forma de hacerlo era enfrentarme directamente a ello. Por lo que con decisión, personalidad y fuerza me vestí exactamente igual que aquel día. Es decir, con la misma camisa rosa ya lavada y el mismo pantalón negro. Si quería olvidarme por completo de ello debía cuanto antes volver a ponerme esa misma ropa y superar de una vez la humillación y vejación a la que fui sometida con ella puesta. Al principio me mostré indecisa e intranquila al tener puesta de nuevo esa camisa, pero enseguida con mucho orgullo me dije: “¡Qué demonios! ¿Vas a dejar que por culpa de lo que hizo Rafa estés agobiada para el resto de tu vida? ¡Ni hablar! Llevaré esta ropa siempre que me de la gana y no dejaré que esto me traumatice ni me agobie”. Por lo que repleta de orgullo y dignidad salí en ese botellón y me esforcé en pasármelo genial venga a reír, disfrutar, bailar y hablar con todo el mundo. Con todo el mundo menos Rafa, claro, al que jamás le volví a dirigir la palabra ni tan siquiera la mirada. Es más, ni siquiera me costó hacerlo. Fue algo natural y espontáneo el pasar de él y me sentó genial el despreciarle de por vida. Por supuesto, él tampoco hizo nada ya por acercarse a mí, le quedó muy claro que lo nuestro se acabó para siempre y que, aunque coincidiéramos en botellones o eventos, nunca más nuestros caminos volverían a cruzarse.
Esa noche pasé de los chicos voluntariamente. Solo quería disfrutar de esa noche a tope y no complicarme más la vida. Aun así me di cuenta perfectamente que Edu no me dejó de mirar en ningún momento y que esa noche le gusté más que nunca. Por un segundo me cuestioné la pregunta de siempre entre ambos “¿No va siendo hora ya de que la chica más guapa e interesante de la pandilla salga de una vez con el chico más guapo e interesante de la pandilla?”. Pero enseguida me quité esa idea de la cabeza. Al menos esa noche no quería mortificarme con esas historias y darle vueltas. Solo quería disfrutar y ya está. Ya en las siguientes semanas me plantearía si por fin le permitía a Edu salir conmigo, pero por el momento estaba muy reciente todo lo de Rafa como para embarcarme en cualquier tipo de relación. De todos modos el destino, nuevamente el destino, me tenía preparada de nuevo una serie de acontecimientos que iban a dar un nuevo giro a mi vida, tanto sentimental como sexual. Aunque bien es cierto que en parte lo provoqué yo intencionadamente.
Esa noche pasé de los chicos voluntariamente. Solo quería disfrutar de esa noche a tope y no complicarme más la vida. Aun así me di cuenta perfectamente que Edu no me dejó de mirar en ningún momento y que esa noche le gusté más que nunca. Por un segundo me cuestioné la pregunta de siempre entre ambos “¿No va siendo hora ya de que la chica más guapa e interesante de la pandilla salga de una vez con el chico más guapo e interesante de la pandilla?”. Pero enseguida me quité esa idea de la cabeza. Al menos esa noche no quería mortificarme con esas historias y darle vueltas. Solo quería disfrutar y ya está. Ya en las siguientes semanas me plantearía si por fin le permitía a Edu salir conmigo, pero por el momento estaba muy reciente todo lo de Rafa como para embarcarme en cualquier tipo de relación. De todos modos el destino, nuevamente el destino, me tenía preparada de nuevo una serie de acontecimientos que iban a dar un nuevo giro a mi vida, tanto sentimental como sexual. Aunque bien es cierto que en parte lo provoqué yo intencionadamente.
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