El diario de Noa: Capítulo 159º

A la salida me estaban esperando estos tres, los cuales, lógicamente, habían invertido mucho menos tiempo que yo en ducharse, por lo que llevaban esperándome ya un buen rato lo cual se reflejó en sus rostros enfadados y mosqueados. ¿En todos los rostros? Pues no, porque el rostro de Edu manifestaba todo menos mosqueo. Al contrario, radiaba una gran felicidad, dicha e ilusión. Por un momento verle así de feliz me hizo sentir incómoda y contrariada. Aún no había asimilado lo que había pasado y no estaba preparada para afrontar esas emociones tan directamente. Por lo que solo dije: “Perdón por haber tardado, lo siento”. Y me dirigí hacía el coche. Nada más llegar allí, me aseguré de sentarme en el asiento del copiloto para ir al lado de Antonio. No podría haber soportado ir en el asiento de atrás junto a Edu. Mi corazón y mis sentimientos no estaban preparados para eso. Durante el breve trayecto en coche no salió ni una palabra de mi boca. No podía salir nada, pues mi cerebro estaba procesando y asimilando todo lo acontecido en esa intensa mañana de domingo. Afortunadamente estos tres no dejaron de hablar entre sí de cosas triviales, por lo que nadie notó mi falta de elocuencia.

Al llegar a la cochera de Antonio nos despedimos todos allí. Aunque un nuevo sobresalto iba a darme cuando Edu me cogió del brazo y me susurró: “Recuerda, esta tarde a las 7 en tu portal”. Qué irónico me sonó eso. ¡¡Como si hiciese falta que me lo recordarse si no hacía más que darle vueltas a eso!! Nuevamente no dije nada y solo asentí como una tonta. Seguidamente me fui a casa a un ritmo mucho más deprisa de lo habitual. Quería llegar a casa. Quería estar en mi habitación a solas y, sobre todo, quería y necesitaba poner orden en mi cabeza a todo lo que estaba pasando. Ya en mi habitación los nervios se volvieron a apoderar de mí, aunque por supuesto no estaba tan nerviosa ni histérica como en Abril pasado cuando tuvimos nuestra trascendental e histórica “cita” Edu y yo en el chalet. Era curioso, solo habían pasado poco más de 5 meses desde aquella memorable noche en que perdimos la virginidad y parecía como si hubiesen pasado ya años. En estos 5 meses habían ocurrido tantísimas cosas y, sobre todo, yo había acumulado tantos sentimientos y emociones que parecía como si hubiese pasado toda una vida desde entonces. Era un recuerdo ya tan lejano que me asombraba que solo hubieran pasado poco más de 5 meses. De todos modos, aunque no estuve tan nerviosa como entonces, sí que de nuevo me asoló la inquietud y no pare de dar vueltas por la habitación venga a hacerme kilómetros de un lado a otro.

En parte me cabreaba a mi misma darle tanta importancia a este encuentro con Edu. ¿No era acaso yo una chica muy guapa, inteligente, madura y por la que estaban todos locos por salir para tener que estar nerviosa y expectante por salir con Edu? ¿No tenía la suficiente dignidad y orgullo propio para saber que él estaba más ansioso que yo por estar conmigo que al revés? Entonces ¿por qué estar tan nerviosa? Supongo que aún me quedaban muchas cosas por exorcizar de aquellos determinantes encuentros a los 14 y 15 años cuando me hice la dormida y que hasta que no me liberase de eso no dejaría de ser Edu una enorme obsesión. Estaba tan absorta esperando que llegasen las 7 que me olvidé por completo que había quedado esa misma tarde con Jessica y Sara para salir. Fue como un shock del que me acordé de repente. Por lo que rápidamente las llamé para decirles que me había surgido un contratiempo y que no podría salir. Solventado este problema ya solo me quedaba esperar que llegasen las 7. Las dichosas 7 que parecían no llegar nunca. Por un momento me plantee cambiarme de ropa, pero pensé que era absurdo y que daría la impresión a Edu que me cambiaba específicamente por él, y eso era algo que mi orgullo jamás permitiría. Por lo que seguí con la sencilla ropa de aquel día (una camiseta negra y unos pantalones blancos).

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