El diario de Noa: Capítulo 174º

Y llegó de la forma más inesperada que yo podría imaginar, pues, yo que nunca había chateado nunca antes en mi vida, me puse a chatear casi sin darme cuenta en algunos de los chats más populares de Internet. Y, poco a poco, me fui invirtiendo una hora diaria por las noches para chatear y siempre en las salas de fantasías. ¿Qué buscaba? Pues ni yo misma lo sabía, pero empezaba a contar a los chicos que me gustaría recrear la fantasía de hacerme la dormida a los 14 años y enseguida se ofrecían para narrarla con todos los detalles poco a poco. Fue una decepción tras otra, pues todos los chicos aunque me juraran que iban a narrarlo poco a poco, con tacto, con realismo, despacio, con todos detalles y en plan light nunca llegaban a cumplirlo, pues a los 5 minutos la mayoría ya me tenían en la narración completamente desnuda e incluso algunos hasta follando a pesar de tener solo 14 años. Me frustró mucho no encontrar nadie que supiese describir y narrar lo que yo quería y necesitaba leer, pero enseguida encontré, apenas 3 días después de empezar a chatear, un chico diferente que desde el primer día no me decepcionó y empezó a narrarlo tal y como yo quería. Es decir, con la inocencia, los nervios, el miedo y la inseguridad de los 14 años, describiendo todo lenta y pausadamente como yo quería leerlo. Ese chico era David y, para más casualidad, era también del mismísimo Burgos. ¿Sería pues justo lo que andaba buscando? ¿Sabría controlarlo y hacerle jugar al juego sensual que yo quería? Me ardía la curiosidad por saberlo por lo que al cabo de unos días, tras unos cuantos chateos, tomé la decisión de quedar personalmente con él.

Debo reconocer que el día que quede en una cafetería con él estaba nerviosa e inquieta como una niña pequeña. Ya me había enseñado fotos y parecía un tío normal e incluso hasta guapo, pero claro, hay tanto loco y pirado por Internet que siempre es un riesgo quedar con chicos así. De todos modos yo estaba decidida a utilizarlo como conejillo de indias para satisfacer esas obsesiones psicológicas y sexuales que albergaban en mí desde el día que vi a la chica de la sudadera violeta frustrar, decepcionar y cohibir sexualmente a su novio todo el rato. Yo necesitaba experimentar lo mismo. Y David creo que me iba a servir perfectamente para este fin. Por fin apareció y desde un primer momento la naturalidad se adueñó de ambos, pues empezamos a charlar de forma animada y amigable entre los dos sobre nosotros, el instituto donde estudiábamos, nuestras aficiones, etcétera. En ningún momento salió en la conversación nuestras charlas pseudoeróticas narrativas por el chat. Yo no quería sacar el tema y parecía que él tampoco. Era un chico prudente, sensato y parecía que tenía la cabeza muy bien amueblada, vamos, un candidato ideal, al menos aparentemente, pero ¿sería lo suficientemente sumiso y condescendiente para jugar a lo que yo quería a pesar de tener ya 18 años a punto de cumplir los 19? Debía ponerlo a prueba y asegurarme de que era justo lo que buscaba.

La prueba no pudo ser más sencilla, pues me acompañó a mi portal y al llegar a mi portal forcé un poco que nos enrolláramos para ver cómo reaccionaba. El resultado fue satisfactorio, pues mientras nos besamos no intentó ni tocarme el culo, ni las tetas ni tan siquiera acariciarme por encima de la ropa, pero claro, era nuestro primer encuentro y era lógico que se mostrase tan correcto, educado y prudente no fuera a fastidiarlo todo en nuestro primer día. De todos modos, debo reconocer que también me gustaba y atraía, era un chaval interesante y lo suficientemente atractivo como para considerar la posibilidad de olvidarme de esos juegos obsesivos y mantener con él una relación seria, madura y estable como novios formales. La cuestión era ¿Estaba yo preparada para entablar una relación así de seria y formal o, por el contrario, mi instinto me seguiría pidiendo seguir jugando con las obsesiones fetichistas y sexuales que tanto placer me proporcionó en el pasado con Edu y Rafa? Al fin y al cabo me quedaban muy pocos meses para cumplir los 18 años, la mayoría edad, símbolo de responsabilidad, madurez y de dejarse de estas tonterías. ¿Lograría por fin madura en este aspecto? Los siguientes días me demostrarían que no.

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