Porque los siguientes días no solo seguí saliendo todos los días con David sino que, al mismo tiempo, desarrollé otra actividad totalmente distinta. Mi relación con David se desarrolló tal y como yo planee desde un principio, es decir, quedábamos de domingo a jueves como a eso de las 9 de la noche y dábamos una vuelta como dos novios formales. Los viernes y sábados salíamos cada uno con nuestras respectivas pandillas y quedábamos a eso de las 3 de la madrugada para dar de nuevo paseos como novios formales. Esos paseos, tanto los de los días de diario como los del fin de semana, apenas duraban una media hora y al final de ellos siempre acabábamos besándonos y enrollándonos en algún sitio, pero siempre en plan light. Es decir, nunca dejé que me tocase ni los pechos, ni la entrepierna ni tan siquiera el culo, siempre se lo impedí, ni tan siquiera le dejé acariciarme por encima de la ropa. Al principio cuando empezamos a salir ni lo intentó, se comportó como un caballero, pero según fueron pasando los días cada vez se impacientó más e intentaba tocarme aunque fuese el culo por encima del pantalón, pero ni tan siquiera eso le dejaba. Cada vez que lo intentaba yo agarraba su mano y la volvía a colocar en mi cintura. Y si intentaba acariciarme los pechos por encima de la ropa también le volvía a colocar su mano en mi cintura en plan castradora censurando todo lo que no se atenía a mis intenciones de solo caricias light y decorosas.
Por supuesto, tal y como yo lo planifiqué, este comportamiento le provocaba una decepción total en su cara la cual manifestaba una frustración, crispación y cabreo considerable y, lo que era más importante, una sobresaliente y bien visible erección en su pantalón por tanto deseo sexual no resuelto. Me encantaba y disfrutaba muchísimo viendo como se empalmaba todas las noches y como la frustración le consumía por dentro lo que potenciaba mucho más su deseo sexual y conseguía erecciones tan grandes y bultos tan inmensos dentro del pantalón. Cada noche se iba a casa cansado, agobiado, superexcitado, nervioso y, sobre todo, sumamente contrariado porque no le dejaba pasarse ni un pelo ni satisfacer ni uno solo de sus deseos. David tuvo una contención brutal todos esos días, parecía que estaba a punto de estallar y en algunos momentos hasta parecía que se fuera a poner a gritar de todo el deseo contenido que llevaba dentro de él y el cual yo alimentaba noche tras noche. Me sentí igual que esa chica de 14 años de la sudadera violeta con su novio. Pude conseguir con David lo mismo que ella con su novio. Y eso me producía psicológica y mentalmente una satisfacción enorme. No sé porqué realmente eso me gustaba tanto jugar así (casi cruelmente, sexualmente hablando) con él. Era algo inoculado en mi subconsciente y yo únicamente sabía que disfrutaba generando tanto deseo y ansía sexual en él. Pero lo realmente curioso del caso es que, tal y como dije antes, paralelamente fui desarrollando otra actividad totalmente distinta.
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