Intentaré explicar cómo se desarrolló todo. Para empezar me sentí un poco frustrada y decepcionada porque nada más tumbarse en el sofá ya tenía una erección brutal. Se notaba un bulto inmenso en sus vaqueros y ni siquiera había empezado. Esto me molestó porque se suponía que el objetivo (y lo divertido) de esta fantasía es irlo excitando poco a poco en plan lento y sensual para que fuese creciendo muy lentamente su erección dentro del pantalón. Eso era lo divertido para mí. Eso era lo fascinante para mí y eso era la principal finalidad de que él se hiciese el dormido. Por tanto, que ya estuviese tan bestialmente empalmado supuso un revés para mí. Una gran decepción y me desmotivo considerablemente. Es un hecho que los chicos se excitan mucho más rápidamente que las chicas, y supongo que David nada más entrar en el chalet ya se excitó tantísimo psicológicamente solo de pensar que en unos minutos se llevaría a cabo la fantasía que se empalmó del todo al máximo. Pero, por culpa de esa brutal erección, la fantasía perdió todo el encanto para mí y ya no supe por donde empezar. Probablemente si hubiese sido yo la que con mis lentas y tenues caricias hubiese ido provocando esa erección poco a poco pues me sentiría mucho más complacida y satisfecha, y entonces sí que sabría ya por donde seguir. Pero así, en frío, nada más empezar me dejó totalmente descolocada y desorientada.
Ante tal desorientación solo supe empezar a improvisar un poco a ver lo que se me iba ocurriendo. Por lo que empecé a pasar mis manos por su vaquero, primero por las rodillas hasta subir a su muslo y luego repetir el proceso inverso, desde el muslo hasta la rodilla de nuevo. Hice esto varias veces. Apenas rozaba su entrepierna y no quería hacerlo. Supongo que lo que pretendía era enfriarle de nuevo para que bajase esa gran erección y así poder conseguir una nueva erección ya con mis sensuales caricias. Pero, a pesar de que nunca roce la entrepierna, no dejó de estar empalmado ni por un segundo. La inmensa erección no bajaba nunca. Seguía igual de grande el bulto en el vaquero. Igual de gigantesco que en el momento que se tumbó. No conseguía bajárselo ni un poco. Habrían pasado por lo menos 10 minutos y ahí seguía con toda su fuerza e intensidad sin disminuir nada a pesar de todos mis esfuerzos por desmotivarle y enfriarle. Supongo que tenía tanto deseo sexual acumulado de tantas semanas que ni con una ducha fría de agua helada conseguiría bajarle esa espectacular erección en su vaquero. Por lo que solo me limité a seguir moviendo mi mano por sus piernas a ver si en algún momento empezaba a desinflarse un poco eso.
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