El diario de Noa: Capítulo 183º

Y se podría decir que tras esta ruptura caí en una triste depresión y bajón total. No por David, al fin y al cabo me importaba un bledo, sino por ese grado de insatisfacción personal que tenía en cuanto a las relaciones personales con los chicos. Ya todas mis amigas de la pandilla iban teniendo sus historias y amoríos adolescentes, ya todas conseguían consolidar alguna relación que, aunque no fuesen muy duraderas, sí que las satisfacían momentáneamente. En cambio yo me sentía muy frustrada. Desde que había cumplido 17 años habían pasado multitud de cosas: perder la virginidad con Edu, mi fogoso y morboso Verano junto a Rafa, mi mes especial saliendo con Edu y mi extraña relación de sumisión con David. Es decir, en todos esos meses había vivido la vida intensa y frenéticamente, dando rienda suelta a las hormonas adolescentes que parecía que se habían desatado desde que cumplí los 17.

Y, sin embargo, me sentía totalmente insatisfecha, triste, apagada, deprimida y de bajón porque empezaba a ser consciente de que jamás conseguiría encontrar un chico que compartiese conmigo esas fantasías light fetichistas y que las disfrutase tanto como yo, que las apreciase y saborease como lo que eran, es decir, los preámbulos más excitantes para excitar la mente y así desear mucho más complacer los deseos sexuales. Pero estaba convencida de que no habría ningún chico así en el mundo. Rafa era un buen ejemplo de que se puede mantener durante un periodo esas fantasías pero al final siempre acaban fastidiándose por el excesivo deseo carnal y sexual que tienen siempre los chicos. Por lo que me obligué a convencerme a mí misma de que jamás encontraría un chico así de morboso y fetichista y que lo que tenía que hacer era buscarme un novio formal y dejarme de tantas tonterías. Menos mal que no lo hice. Sino Iñigo jamás hubiera entrado en mi vida.

Por desgracia, aún quedaba bastante tiempo para que Iñigo formase parte de mi vida o, mejor dicho, pasase a ser lo más importante de mi vida en todos los sentidos. Pues durante las semanas siguientes a mi ruptura con David mi depresión se acentuó y me fui apagando poco a poco cayendo en un desánimo, desinterés y bajón emocional/sentimental por el hecho de tomar conciencia de que jamás encontraría un chico adecuado para satisfacer ese placer fetichista que tanto me cautivaba desde los 14 años. Fueron unas semanas terribles de bajón y desilusión, y eso en parte se vió muy reflejado en mi forma de vestir, pues yo, que siempre había vestido de forma muy clásica y pija, me dejé influenciar mucho por la forma de vestir de Sara y, sobre todo, de Mª Luisa. Por lo que me volqué en comprar ropa informal que poco o nada tenía que ver con mi estilo de siempre. Durante esas semanas mi indumentaria se caracterizó por jerseys anchos y voluminosos, camisetas anchas, pantalones algo caídos (un poco hippys) e incluso hasta con ponchos pseudos mejicanos como los que solía llevar Mª Luisa, es decir, mucha dejadez en el vestir. Mi estilo cambió por completo y me dejé influenciar por mi entorno de amigas, enterrando así para siempre el estilo de vestir que siempre me caracterizó en plan clásico y tradicional.

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