Ya, como dije antes, para mí Iñigo era el chico más elegante que he conocido nunca, aparte de destacar por su gran altura y sus impresionantes ojos (los más bonitos que jamás he visto). A mí me gustaba, claro, como a todas las chicas del mundo, pero nunca me planteé absolutamente nada con él pues siempre había sido y siempre sería el novio de Pilar, y yo jamás me interpondría entre una pareja. Eso jamás. De todos modos pronto iba a ocurrir un suceso que iba a desencadenar todos los acontecimientos. Surgió una noche de cinepizza (ver una película en DVD mientras comíamos todos pizza) en el chalet del tío de Iñigo. Estábamos muchos esa noche: Iñigo, Pilar, Jennifer, Camilo, Sara y yo. Desde un principio Iñigo tenía preparada la película que íbamos a ver en DVD: “Lost in traslation”. A mí no me atraía nada esa película pero la vimos, y aunque no me disgustó mucho tampoco es que me resultara fascinante ni emocionante. Eso sí, no pude evitar fijarme cómo Iñigo al verla estaba sumido en un estado de alegría y satisfacción que le proporcionaba mucho placer. Es más de una vez le pillé mirándome de reojo, lo cual me hizo sonrojarme pues tenía justo a su lado a Pilar. No sé como Pilar, siendo su novia, no se daba cuenta de sus miradas. A mí eso me incomodaba mucho y lo pasaba mal. Pero lo peor (¿o debería decir lo mejor?) estaba aún por llegar pues, después de la película y las pizzas, nos fuimos Pilar, Iñigo y yo a la cocina a preparar copas para tomar (esa noche nos quedábamos todos a dormir en las diferentes habitaciones del chalet y así la gente podría beber alcohol sin tener que conducir).
Pues bien, estábamos Iñigo, Pilar y yo en la cocina preparando las copas cuando él dijo en tono socarrón mirándome: “Lo cierto es que sí que te pareces un poco a Scarlett Johansson, os parecéis un montón, incluso en la forma en que viste en la película, tenéis ambas el mismo estilo”. Yo me quedé desconcertada, porque primero no es que me pareciera mucho a ella, y segundo porque lo decía descaradamente delante de Pilar por lo que no sé si lo comentaba en serio o en broma. Como todos nos reímos de dicho comentario no le di importancia y seguimos preparando las copas. Supongo que esas insinuaciones y miradas de Iñigo eran solo imaginaciones mías y que no debía preocuparme, puesto que las decía delante de Pilar en tono amigable y despreocupado. Pero enseguida me di cuenta que no, pues en cuanto Pilar salió de la cocina llevando un par de copas, Iñigo me susurró al oído: “Me encanta cuando en la película llevar ese jersey gris sin mangas con la camisa azul debajo, me encanta, he visto la película docenas de veces y me encanta ese estilo tan pijo y encantador. Hoy, al verla, no podía dejar de imaginarme lo lindísima, mona y elegante que estarías tú vestida así”. Ahí sí que me quedé descolocada y agobiadísima. Solo quería salir de la cocina. Volver a estar todos juntos y, sobre todo, que Pilar estuviese presente a ver si así se cortaba un poco. Por lo que cogí dos copas y me dirigí a la puerta de la cocina haciendo caso omiso a su comentario. Pero su mano, agarrándome el brazo, me hizo pararme y me volvió a susurrar: “Con la diferencia, claro está, que tú estás mucho más buena y eres más preciosa que Scarlett”. Me quedé petrificada. Absorta en todo lo que me estaba diciendo. Y solo acerté a decir: “Iñigo, ¡Por favor!”. Eso debió cortarle, pues quitó su mano de mi brazo y así pude salir de la cocina.
Esa noche no quise mirar a los ojos ni una sola vez a Iñigo. Le esquivé todo el rato. De hecho hablé con todo el mundo menos con él. No quería darle ni una sola oportunidad de que pudiera volver a decirme algo o darle motivos para pensar que me había cautivado con esas palabras. Por supuesto que me gustaba mucho, muchísimo (¿y a quién no?) pero me carcomía el alma la situación ante la pobre Pilar, la cual ni sospechaba que su novio tan formal pudiese haber tonteado conmigo en la cocina. Por lo que solo quería acabar con esa noche en el chalet, irnos todos a dormir y que pasase todo rápidamente. Esa noche, a pesar de que dormí en una habitación junto a Jessica, estuve todo el rato intranquila pensando que a lo mejor entraba en la habitación para decir cualquier otra cosa. Afortunadamente no fue así. Por lo que me sentí muy aliviada y no quise volver a pensar en eso. Pero claro, el destino me jugó una mala pasada, pues al final me cogieron entre todas las fotos de todas las aspirantes para el anuncio del reloj y así empezó, de forma totalmente causal e imprevista, mi carrera como modelo. Esto que era genial tenía su parte negativa, y es que tuve que seguir quedando con Iñigo y Pilar para ir a nuevas pruebas durante las siguientes semanas. Y cada nuevo encuentro con él era una lucha constante para evitar sus miradas y yo, no hacía más que preguntarme cómo podría ser tan inocente Pilar que no reparaba en cómo Iñigo tonteaba conmigo. De todos modos durante esas semanas lo supe mantener a raya y no le di cuartelillo para que intentase nada. Siempre fue un caballero distante y correcto que no intentó nada, estuviese o no estuviese delante Pilar.
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