Por fin, al cabo de unos 10 minutos, nos quedamos a solas y pudimos hablar tranquilamente sobre este tema. Yo estaba enfadada por ello. Por supuesto que agradecía el regalo, pero no las connotaciones fetichistas que conllevaba. Me dirigí muy seria a Iñigo dispuesto a decirle que no me hacía ninguna gracia el doble sentido del regalo. Pero, antes de que pudiera abrir la boca, se me adelantó y empezó a hablar con ese encanto, elegancia y saber estar que le caracterizaba. Me dijo: “Aunque es increíble hoy en día lo que se puede conseguir gracias a Internet. Simplemente hay que saber moverse por las docenas de webs que hay de tiendas de modas hasta encontrar lo que realmente quieres. Y yo, como me muevo hace tiempo por este mundo, pues tengo mucha práctica en conseguirlo. Solo he necesitado dos semanas para conseguir el conjunto completo”. Todo esto que me dijo me desconcertó más aún, sobre todo porque me lo contó risueño repleto de ilusión, entusiasmo y exaltación, como un niño pequeño que consigue algo muy anhelado por él. Se notaba que era muy importante para él. Que suponía algo que se lo había currado mucho y que quería, desde que vimos la dichosa película, regalarme esa ropa del personaje de Scarlet Johansson por puro morbo fetichista.
Yo no supe qué decir, finalmente opté por decir aquello que más me preocupaba: “Mira Iñigo, no sé cuáles son tus intenciones, pero que te quede muy claro que no voy a hacer daño a Pilar y que no voy a tener nada contigo. Te agradezco mucho el regalo pero entre tú y yo jamás habrá nada. Tú tienes novia y a quien tendrías que hacer regalos especiales es a ella, no a mí”. Quizás fui muy severa y estricta en mi discurso, pero lo dije tal y como sentía. De todos modos él ni se inmutó ni molestó, solo sonrió y le quitó hierro al asunto. Simplemente me dijo en tono afable mientras sonreía: “Pero no le des tanta importancia a las cosas. Por supuesto que nunca seré infiel a nadie. Aunque claro, si tuviera que serlo con alguien sería con una chica tan preciosa y especial como tú, pero es algo que nunca me plantearía porque quiero a Pilar y nunca la haría daño”. Paró por un segundo de hablar y breves segundos después continuó diciendo: “Solo te regalé esto porque, como ya te dije mientras vimos la película, que te quedaría genial este estilo y que estarías incluso más sexy y guapa que la Johansson, pero no con intenciones de querer enrollarme contigo ni otros rollos raros. Es más, se lo comenté hace un par de semanas a Pilar y este regalo es tanto suyo como mío, es decir, no hay malos rollos”. Todo lo que me contó me tranquilizo y me hizo sentir mejor. Mucho mejor. Quizás mi ferviente imaginación me había jugado una mala pasada y había sacado las cosas de quicio. Por lo que yo también sonríe y me relajé. Al fin y al cabo era un bonito regalo.
Lo que no me hizo ya tanta gracia fue su siguiente comentario. Me dijo: “¿Por qué no te lo estrenas mañana y hacemos unas cuantas fotos para así inmortalizar lo guapa que vas a estar?”. Eso me empezó a mosquear y cabrear, pero enseguida me tranquilicé pues me dijo: “Y en cuanto hagamos las fotos con la cámara digital se las mandamos a Pilar por email para que ella opine”. Eso me relajó pues no dejaba de sospechar, una y otra vez, que Iñigo iba con dobles intenciones todo el rato, pero al meter a Pilar en todas las actividades que íbamos a hacer juntos me sentí más tranquila, por lo que accedí a su ofrecimiento. Y lo cierto es que no se hizo esperar, pues al día siguiente recibí una llamada suya al móvil para quedar para hacer esas fotos. Yo le pregunté dónde las íbamos a hacer y él me contestó que empezaríamos primero en mi portal, luego más fotos por la calle y luego por cualquier lugar que encontrásemos, todo así en plan espontáneo y natural. A mí me agradó esa idea. Supongo que se me subió a la cabeza mi posible futura carrera como modelo y que me engatusó con sus palabras de irme haciendo fotografías por toda la ciudad. Por lo que accedí y quedamos a las 7 en mi portal para iniciar esa sesión fotográfica vestida de esta forma tan peculiar. Para cualquiera que me viera le parecería que iba vestida de forma normal y corriente, pero tanto Iñigo como para mí sabía perfectamente que era una replica de la Scarlet Johansson de “Lost in traslation” y que eso, por motivos fetichistas o lo que fuera, le ponía a Iñigo.
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