Me despegué, con gran esfuerzo de él, y le dije: “Pilar es tu novia, Pilar es tu novia”. Era mi cabeza la que hablaba, no mi corazón, porque lo único que quería en esos momentos era otro beso que me hiciese volver a sentir así de especial. Podía oler y percibir perfectamente las feromonas amorosas, sensuales y sentimentales que había a nuestro alrededor. Incluso empecé a sentir calor a pesar de estar ambos en la calle en pleno Febrero. Volví a repetir: “Pilar es tu novia, Pilar es tu novia”. Iñigo se puso serio. Muy serio. Finalmente dijo: “Tienes toda la razón del mundo. No es justo para ella. Dame unos días para arreglarlo en cuanto vuelva de Barcelona. Pero… ahora por favor déjame besarte otra vez”. A ese ruego no dije ni que sí ni que no. Tampoco es que Iñigo esperase ninguna respuesta pues me volvió a besar en los labios pero esta vez abrazándome fuertemente juntado así mi cuerpo contra el suyo. Fue un momento tremendamente sensual. Él se separó y dio dos pasos hacía el portal como despidiéndose de mí. Pero justo un segundo después se volvió a abrazar a mí y a darme otro de esos besos de muchísimos segundos. Finalmente se separó con gran pesar diciéndome: “En cuanto arregle todo esto te llamaré. Dame unos días. Te llamaré”. Y sin querer volverme a mirar a la cara abrió con mucha velocidad el portal y le vi subir a gran velocidad las escaleras como si le persiguiese un animal salvaje. Yo me sentía descolocada y desbocada, pero sumamente feliz. ¿De cuántos días estábamos hablando que tendría que esperar? ¿Estaba bien lo que le estábamos haciendo a Pilar? Era un mar de líos, agobios y mal rollo pero, a pesar de ello, me sentía más feliz que nunca.
Durante las siguientes 24 horas no tuve ninguna noticia de Iñigo. Para empezar no tenía ni idea de cuándo Pilar volvería de Barcelona y, por tanto, hablarían entre ellos. Y, en segundo lugar, no tenía la certeza de que Iñigo consiguiese ser lo suficientemente maduro para cortar con ella nada más verla, pues esta situación me recordaba muchísimo a lo ocurrido con Edu y Graciela el año anterior, y como Edu fue un niñato inmaduro que no supo cortar con ella. De todos modos me obligué a no pensar en ello y a seguir con mi vida diaria de forma normal. Ya tendría noticias suyas y no debía impacientarme. Al cabo de dos días sí que tuve noticias de Iñigo. Serían como las 10 de la noche y recibí un SMS suyo que decía: “Esta noche a las 11 hablaré con Pilar, pero antes tengo q verte por cam, conéctate al MSN”. Solo el pensar que en una hora iba a hablar con ella me puso tremendamente nerviosa y casi histérica. Hubiera preferido que no me hubiese dicho nada y que solo se pusiese en contacto conmigo cuando ya hubiesen cortado definitivamente. De todos modos nada más recibir ese SMS me conecté al MSN. En cuanto entré activó la webcam y nos vimos a través de los portátiles. Iñigo parecía asombrosamente tranquilo, relajado y calmado, como si no fuera consciente de la importancia de lo que iba a hablar con Pilar. Desde el primer momento estuvo alegre, distendido, simpático y sin perder la sonrisa en todo momento. Pero yo no estaba en el MSN para hablar de cosas triviales por lo que directamente le pregunté: “¿Estás nervioso con hablar con Pilar y cortar con ella?”. Él ni inmutó, simplemente dijo: “No. Lo tengo todo muy pensado. Todo será rápido. No te preocupes”.
Iñigo siempre conseguía tranquilizarme con sus palabras y sabía transmitir mucha calma y naturalidad a todos los hechos y acontecimientos, aunque dichos acontecimientos fuesen de tanta importancia. No entendía como podía reflejar tantísima serenidad. Se notaba que era un tío maduro y serio (tenía ya 20 años). Por lo que deposité toda mi confianza en él y no quise pensar más en ello. Es más, cuando llegó las 11 me puse una película en el ordenador para así distraer mi mente e intentar olvidarme que justo en esos momentos él estaba hablando con Pilar para cortar definitivamente. La película terminó y seguía sin tener noticias de él. Eso me agobió más de lo que pensaba. Empecé a pasear de un lado a otro de mi habitación con cierto nerviosismo. Por fin las noticias llegaron. Yo esperaba un SMS pero fue una llamada suya. Contesté como con miedo al móvil y sus palabras fueron realmente tranquilizadoras. Me contó de forma relajada, madura y calmada que entre ambos habían acordado que debían tomarse un descanso en su relación y que deberían salir con otras personas. Ambos quedaron (de forma sorprendentemente muy madura) como amigos y que ya eran oficialmente solteros para salir con quien quisieran. Por lo que su pregunta no se hizo esperar: “¿te apetece quedar mañana para tomar algo a eso de las 8,30?”. Yo respondí sí sin pensar. Realmente tenía muchas ganas de quedar y al colgarle el móvil estaba muy contenta e ilusionada, pero ya esa misma noche tarde mucho en dormirme porque empecé a darle vueltas a muchas cosas.
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