El diario de Noa: Capítulo 209º

Pero pronto iba a descubrir que el llevar en anonimato y privacidad esta relación secreta con Iñigo tenía también su contrapartida negativa y pronto iba a ocurrir algo que me hizo sentirme muy celosa, extremadamente celosa. Ocurrió a los pocos días de haber llevado a cabo esa fantasía de grabarnos haciéndolo vestida así. Desde ese día, Iñigo y yo habíamos estado muy cariñosos, muy fogosos y muy entregados el uno al otro, haciéndolo cada dos por tres como si la vida nos fuese en ello (aunque ya de forma normal, es decir, sin webcam y sin tener que vestirme de ninguna forma especial).

El problema se desencadenó cuando una vez tomando cañas toda la pandilla, Pilar se puso muy tontorrona al lado de Iñigo, no es que él le diera pie a nada, pero claro, oficialmente estaba soltero y sin novia, y Pilar había sido su novia oficial desde siempre, por lo que si alguien tenía derecho legítimo a tontear de nuevo con él esa era ella. Y eso me carcomió el alma. Me puso muy celosa e irascible, aunque me esforcé en que nadie notara que algo me preocupaba y seguí tan normal. Aunque por dentro me hervía la sangre al ver como Pilar tonteaba tan descaradamente con él. Incluso hasta se me pasó por la cabeza tontear yo en ese momento con Edu para así llamar la atención de Iñigo y parase a Pilar. Hubiera sido fácil, Edu desde que cortamos muchos meses atrás no había dejado de insistir para que volviésemos y yo siempre me negué. Por lo que en cuanto le hubiese insinuado algo hubiera tonteado conmigo todo lo que yo hubiera querido. Pero eso me pareció rastrero (tanto para Iñigo como para Edu) y me obligué a no pensar más en ello.

Nada más salir de las cañas y llegar a casa llamé al móvil a Iñigo para quedar esa tarde para uno de nuestros encuentros. Y él me dijo que no podía porque estaba ocupado con cosas que tenía que hacer. No sé si me mintió o me dijo la verdad. Solo sé que ese comentario fue el desencadenante para activar mi mente e imaginarme lo peor. Es decir, que en esos momentos estaría enrollándose bestialmente con Pilar, que estarían jugando juntos a esos juegos eróticos fetichistas que tanto le ponen a Iñigo o que directamente estarían follando. Al fin y al cabo, Pilar era una chica muy guapa y había sido su novia durante mucho tiempo, por lo que todo lo que estaba pensando no era nada descabellado. El pensar una y otra vez todos estos asuntos solo consiguió que me agobiara mucho más. Casi me puse histérica. No me conocía a mí misma. Por lo general soy muy tranquila, pacífica, calmada y me tomo las cosas con mucho relax, pero aquella tarde me carcomían los celos. Y eso me obligó a volver a llamar otra vez a Iñigo por teléfono para vernos aunque fuera solo un rato. El que tardase tanto en cogerme el móvil me mosqueó más todavía, no quise ni pensar las cosas que estaría haciendo que le impedía coger el móvil. Y encima, cuando me lo cogió y se lo comenté, me volvió a repetir que no podía a lo largo de todo el día. En ese momento ni todas las tilas del mundo me habrían tranquilizado.

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