En dicho fichero había un encabezado que ponía “La
ropa de Patricia” y debajo de eso un listado de la diferente ropa que había
llevado en cada fecha, es decir, una fecha con la correspondiente ropa que
llevaba en esa fecha. Esto me cabreó y me hizo daño. Para empezar las fechas
eran todas muy recientes, de las últimas tres semanas, es decir, desde que la
vimos en la tienda y le hizo esa indirecta, como si desde entonces se hubiese
quedado flipado y agilipollado por ello. Cierto que Iñigo siempre ha sido muy
fetichista y todo el rollo de la ropa le encanta y le da morbo, pero hasta
ahora todo ese rollo morboso lo había compartido conmigo, y que ahora sintiese
atracción por otra chica me carcomía los nervios y me ponía extremadamente
celosa. Sobre todo recuerdo una de las líneas de ese listado que ponía:
“cazadora de cuero con camisa marrón y vaqueros (MUY GUAPA Y ELEGANTE)”. Ese
“MUY GUAPA Y ELEGANTE” escrito todo en mayúsculas me hizo mucho daño, que Iñigo
se interesase, aunque fuese solo visualmente, por otra chica era muy duro para
mí. Además, ese ficherito demostraba que todos los días se las arreglaba para
pasar por esa tienda para ver cómo iba vestida la tal Patricia.
Desde ese momento ya mi imaginación me empezó a jugarme malas pasadas, pues
llegué a pensar que, aunque todavía no habían intimido ni tonteado, no faltaría
mucho hasta que diese ese paso y se liase con ella. Por una parte no concebía
que Iñigo me pudiese ser infiel, pero al fin y al cabo había sido infiel a
Pilar conmigo, entonces ¿por qué no me lo sería también a mí? Cuanto más lo
pensaba más me agobiaba, y sobre todo ya empecé hasta a imaginarme que incluso
alguna vez le habría hecho fotos con el móvil y hasta que fantaseaba
morbosamente conmigo. Fue todo muy duro para mí. Una decepción brutal, pero
antes de sacar conclusiones quise hablarlo todo directamente con Iñigo antes de
que desvariase demasiado y acabase fastidiando del todo nuestra relación. Al
fin y al cabo nada grave había pasado todavía (bueno, al menos eso yo pensaba)
y éramos unos novios con mucha confianza para tratar madura y responsablemente
cualquier tema. Por lo que me armé de valor y me decidí enfrentarme a él.
No sabía muy bien cómo abordar el tema en cuestión sin que él se diese cuenta
que sabía lo de esos ficheritos de textos sobre Patricia. Por un momento me
planteé ser totalmente sincera y decirle que había espiado su portátil y que
había visto esas cosas, pero eso supondría una violación de su intimidad y
acabaría resintiendo nuestra relación, por lo que debía abordarlo de otra
manera, y cuanto más sutil mejor que mejor. Por lo que una tarde que quedamos
le empecé a contar como quien no quiere la cosa que había visto en el
escaparate de una tienda una camisa marrón clásica del estilo que me gustan y
que me la iba a comprar. No es que su mirada detonase mucho interés en lo que
estaba contando, por lo que seguí profundizando en el tema a ver si conseguía
reactivar su interés. Por lo que dije: “No sé con qué me combinaría bien esa
camisa marrón, no sé con qué jersey o chaqueta me quedaría mejor, porque ya
aprovecho y me compro algo que haga juego con ella, quizás… una chaqueta de
cuero así en plan marrón quedaría chula”. El efecto no se hizo esperar.
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