El diario de Noa: Capítulo 94º

Sus palabras no fueron nada tranquilizadoras, al contrario, lo susurro de una manera tan insinuante y sensual que me inquietaron más todavía. Cierto que ya era una chica de 17 años muy madura pero en ese momento al sentirme tan indefensa y sin tener el control fue como si tuviese muchos años menos. Por lo que empecé a forcejear, esta vez en serio, y empecé a exigirle: “Venga tío, déjate de tonterías, desátame, que esto no me gusta, así no”. No pude seguir hablando y quejándome, pues repentinamente Rafa empezó a besarme en los labios. Era la primera vez desde que nos conocíamos que me besaba en los labios. Habíamos hecho muchas fantasías pero nunca llegó a besarme en los labios. Me resultó extraño y raro, me confundió esta acción y me sentí descolocada por ello, y, cuando quise darme cuenta, reparé que me estaba gustando y excitando esos sensuales besos sobre mis labios. Sin saber ni como abrí un poco la boca y fue el pretexto perfecto para que introdujera su lengua y empezase a jugar con la mía. Era un morreo muy sensual y de repente me percaté que el tener las manos anudadas al cabecero hacían mucho más sensual, morboso y excitante dicho morreo.

La sensualidad del momento iba a incrementarse de forma notable cuando Rafa me empezó a acariciar el pelo con ambas manos y agarró mi cabeza para que, de esta manera, no pudiese escaparme de su morreo con lengua. No tenía ninguna intención de escaparme, pues me estaba gustando, pero el tenerme agarrada la cabeza sí que incentivó y caldeó más el ambiente. Fue todo muy sensual y excitante, y empezaba a ser un poco erótico, más de lo que me hubiera gustado a mí, pues no quería que se desmadrase mucho la cosa. No es que el morreo durase mucho, apenas fueron un par de minutos, pero a mí se me antojó largísimo, una eternidad y me produjo un gran placer. Dicho placer no sería nada comparado con el placer y gozo que me esperaba a continuación. Y es que Rafa, una vez más, me demostró lo mucho que me conoce y cómo sabía perfectamente qué cosas me excitaban con más intensidad. Empezó con el cuello, besándolo y chupándolo con pasión, luego bajó un poco y empezó a besar por encima de la camisa mis tetas. En mis pechos permaneció otros dos minutos venga a besarlos, incluso a comerlos o a darles pequeños mordisquitos, eso a mí me gustaba mucho y me excitaba. Entre chupetones y besuqueos le escuché decir: “Umm, ya sabía yo que con esta camisa estarías tremenda, mucho mejor de lo que nunca imaginé”.

Si hubiera dependido de mí se podría haber tirado horas solo así besando los pechos y diciendo esas frases sobre lo guapa que estaba con esa camisa. Eso me excitaba mucho y me gustaba mucho, me proporcionaba mucho placer. Como siempre la mezcla de caricias, tocamientos o determinas frases me estimulaba más que nada en el mundo, esa mezcla de placer físico y psicológico era muy estimulante y de agradecer. Para mi frustración al cabo de un par de minutos dejó de jugar con mis pechos y siguió bajando. En ese momento me sentí decepcionada pero enseguida volví a recobrar la intensidad sensual de antes, pues empezó a besarme el ombligo y a colocar sus manos sobre mis pechos, los cuales masajeó con deseo, ansía, anhelo y mucha pasión. A un ritmo endiablado y acariciándolos como si le fuese la vida en ello. Yo le miraba desde mi posición, anudaba al cabecero de la cama, con cierta picaresca, picardía y un tono juguetón. Me estaba gustando mucho cómo lo estaba desarrollando y el morbo/encanto que estaba aportando a la fantasía. Aunque lo mejor estaba todavía por llegar.

3 comentarios:

  1. Muy bueno, una pregunta tienes una hora fija de publicacion?

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  2. Hora fija no tiene. Más o menos a primera hora de la tarde hora española. Si te gusta este blog te agradeceré que lo recomiendes entre todos tus contactos. Muchas gracias.

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  3. Pues si... cuando algo te gusta bastante quieres recomendarselo a todos... pero veras... este tipo de historias no es del tipo que puedas decircelo a cualquiera, en mi país, te verían como un morboso así que iré con cuidado y viendo a quien puedo recomendar, pero de echo que ya lo estoy haciendo, hace días atrás.

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