El diario de Noa: Capítulo 115º

Y, claro, llegó el fatídico momento que ni siquiera me había planteado pues nunca pude llegar a imaginar que llegaríamos a tanto. De hecho yo no quería llegar a tanto y me molestaba que en este primer encuentro oficial llegásemos a la primera a tanto. Me hubiera gustado que fuese el inicio de varias citas, y en cada una de las citas la cosa fuese a más, es decir, incrementando la satisfacción sexual poco a poco según fuesen avanzando las citas, y no que se consiguiese todo en el primer encuentro. Pero todo se me fue de las manos, pues allí me encontraba yo solo en braguitas y el pene erecto de Edu restregándose todo el rato contra ellas. Y el fatídico momento del que hablaba antes fue cuando colocó su mano sobre mis braguitas y empezó a acariciar mi entrepierna sin ninguna suavidad ni tacto, más bien a lo rudo y a lo bruto. Quise pararle los pies. No quería bajo ningún concepto que llegásemos a eso. Eso era muy fuerte. Eso era una pasada y quería cortar ya mismo y dejarlo para otro día. Pero no pude pronunciar ninguna maldita palabra, pues a pesar de la rudeza de sus caricias consiguió excitarme y dejarme muda. Saliendo de mi boca unos no deseados gemidos que sin duda le alentaron a seguir haciéndolo.

Aún hoy en día no comprendo como me pudieron salir esos gemidos, pues no fue esa mi intención, sino más bien quería todo lo contrario, parar todo este desmadre de una vez por todas. Sin embargo, ahí estaba yo gimiendo como una tonta y excitada por las torpes caricias que hacía sobre mi entrepierna. Y, cuando ni me planteaba que la cosa fuese a más, noté como apartó un poco las braguitas, lo suficiente para introducir su pene. Quise pararle. Juro que quise pararle. Pero no fui capaz. Tenía tal ardor, pasión y descontrol sobre mi propio cuerpo que no podía ni hablar. Por lo que Edu empezó a penetrarme poco a poco. Muy poco a poco. Al final, no sé si fruto del susto, de la angustia o de porque me hizo daño, pude pegar un grito. Él me susurró: “Perdona si te hago daño. Es mi primera vez. Intento hacerlo lo mejor que puedo. Lo siento”. Y es curioso como funciona la mente y lo estrechamente relacionada que está la mente y el cuerpo porque estoy convencida que esas palabras hicieron que mi vagina se abriera un poco más para que pudiera penetrarme mejor. Yo me movía ya solo por instinto y era mi cuerpo el que daba ya las órdenes y el que las cumplía. Mi mente ya no tenía control sobre nada.

Por lo que, sin desearlo yo realmente, Edu empezó a empujar poco a poco. Fue doloroso y difícil para ambos. Pues los dos éramos vírgenes y totalmente novatos en estos temas. Nunca supe cuánto llego a meter o si consiguió meterla del todo, pues no quise mirar y tampoco tenía experiencia para saber cuando estaba metida del todo. Solo sé que el proceso fue doloroso, intenso, muy largo y que nuestros cuerpos desprendían muchísimo calor corporal. Desde cierto punto de vista fue una experiencia lamentable, decepcionante y nada satisfactoria. Además no es que se moviera muy bien, pues solo se limitaba a embestirme una y otra vez, como si fuera un toro. Como calmando así todo el deseo acumulado que tenía por mí. Solo en ese momento, cuando ya era demasiado tarde, me di cuenta de lo irresponsables que estábamos siendo por hacerlo sin preservativo. Vaya par de irresponsables e insensatos, pero es que fue imposible preverlo pues hasta solo unos segundos antes de que me penetrara no estaba convencida de que no lo haríamos.

5 comentarios:

  1. como ese sea el final vaya decepcion...

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  2. ,...podriamos escribir finales alternativos???? a mi me caia mejor Rafa, mas creativo , pobre chica ,,,,tanto espero, para el "torito" de Edu jejejeje

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  3. Y para variar recomende hace algunos capitulos a un monton de gente... T_T ... Pense q la cosa iva para rato

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  4. A partir de la tarde del 19 de Septiembre se seguirá publicando como siempre todos los días. Lamento este parón :)

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